LA PELÍCULA EN WIKIPEDIA
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Atención, pregunta: ¿Por qué 'Mars attacks!' (Tim Burton, 1996) sería hoy (casi) imposible de rodar? Posibles respuestas:
1 Por Bin Laden. Entre 1996 y 2010 ha acontecido el 11-S. Las imágenes de los delirantes marcianos cargándose las rascacielos norteamericanos ya no pueden ser inocentes en este cine post-Al Qaeda. El icono de las Torres Gemelas humeantes ha dejado (¿para siempre?) una herida en la retina colectiva, y la macro-destrucción que funcionaba como catarsis visual en la Guerra Fría y sus parodias, hoy reaviva traumas y provoca mala conciencia. Hoy el enemigo exterior es poco menos que un tabú, y las catarsis cinematográficas no pasan por el ataque ajeno, sino por los relatos moralistas y abstractos sobre el medio ambiente y el cambio climático (léase 2012 o Avatar, donde la ópera violenta lava conciencias planetarias).
2 Por el barroco digital. ¿Qué director se bajaría hoy los pantalones digitales para rodar la cutrez de plastelina de estos alienígenas de cómic barato? En el siglo XXI, la tentación vigoréxica (o tecnoréxica) de la ciencia-ficción es demasiado fuerte y no se sacrifica ni un píxel en aras de supuestas sátiras con aire retro. El Hollywood digital no quiere volver de ningún modo a las marionetas, como los italianos del Renacimiento no hubieran querido volver a las primitivas planimetrías medievales. Es una cuestión de orgullo.
3 Por la corrección política. ¿Por qué cada vez que miramos atrás en el celuloide descubrimos que éramos más gamberros? Podrá parecer una nimiedad, pero las escenas de estos marcianos friendo al presidente de Estados Unidos, convirtiendo los cuerpos en esqueletos de colores, mutilando a sus víctimas para crear mutantes de perro y mujer, son muy caras de ver en el cine de masas, y apenas asoman en la pequeña pantalla gracias a las correrías libérrimas de los Simpson y toda su progenie animada. Pero qué le vamos a hacer, si el mismo Tim Burton se ha caramelizado con cuentos tan somníferamente inofensivos como 'Big Fish' (2003)... Veremos qué maravillas nos depara con Alicia.
4 Por el sentido de comedia. Tristemente, Hollywood cada vez se toma más en serio a sí mismo, y aquí resulta un placer seguir las correrías de un alienígena ¡que se disfraza de dama con pelucón! para infiltrarse en la Casa Blanca, o asistir a la ridícula épica de ese actor hortera de Las Vegas, que se despoja del disfraz de faraón para volver a su gloria de boxeador. Por no hablar de los discos rancios de la abuela, recluída en la residencia, que se revelan como la única arma de destrucción masiva contra los invasores...
5 Por Jack Nicholson, Glenn Close, Danny de Vito... Haber reunido a estos monstruos de la interpretación en el inmenso cachondeo de 'Mars attacks!' es algo que antoja difícil de reeditar. Quizá hoy las estrellas sólo miran presupuestos y rentabilidades, pero Nicholson y compañía se dejaron (felizmente) arrastrar por la genialidad intermitente y excesiva de Tim Burton, cosa que también agradecemos sobremanera los fans acérrimos del Joker de 1989 y el Pingüino de 1992 (Batman y Batman returns). Grandes estrellas enfundadas en trajes de circo.
6 ...y por Tom Jones. El director remata la faena con un cameo de lujo: un Tom Jones que se ríe cafremente de sí mismo como vulgar cantante de casino y como intérprete galés de la american happiness. Bravo por ese final tan frívolo y osado, donde la bíblica restauración tras el diluvio marciano se rueda al son de It's not unusual: It's not usual to be loved by anyone... ¡pararapaaaa!...
Postdata nostálgica. Como ha ocurrido en todas las entreguerras, entre los 70 y los 90 pudimos reírnos con libertad y con mala uva, pero Bush y Bin Laden han venido a entroncar con Eisenhower y la URSS, ya ver quién es el guapo que se descojona mientras le hacen un escáner corporal. Por todo eso, 'Mars attacks!' sería hoy (casi) imposible.
¿y tú qué opinas? deja aquí tus comentarios de cine
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1 Por Bin Laden. Entre 1996 y 2010 ha acontecido el 11-S. Las imágenes de los delirantes marcianos cargándose las rascacielos norteamericanos ya no pueden ser inocentes en este cine post-Al Qaeda. El icono de las Torres Gemelas humeantes ha dejado (¿para siempre?) una herida en la retina colectiva, y la macro-destrucción que funcionaba como catarsis visual en la Guerra Fría y sus parodias, hoy reaviva traumas y provoca mala conciencia. Hoy el enemigo exterior es poco menos que un tabú, y las catarsis cinematográficas no pasan por el ataque ajeno, sino por los relatos moralistas y abstractos sobre el medio ambiente y el cambio climático (léase 2012 o Avatar, donde la ópera violenta lava conciencias planetarias).
2 Por el barroco digital. ¿Qué director se bajaría hoy los pantalones digitales para rodar la cutrez de plastelina de estos alienígenas de cómic barato? En el siglo XXI, la tentación vigoréxica (o tecnoréxica) de la ciencia-ficción es demasiado fuerte y no se sacrifica ni un píxel en aras de supuestas sátiras con aire retro. El Hollywood digital no quiere volver de ningún modo a las marionetas, como los italianos del Renacimiento no hubieran querido volver a las primitivas planimetrías medievales. Es una cuestión de orgullo.
3 Por la corrección política. ¿Por qué cada vez que miramos atrás en el celuloide descubrimos que éramos más gamberros? Podrá parecer una nimiedad, pero las escenas de estos marcianos friendo al presidente de Estados Unidos, convirtiendo los cuerpos en esqueletos de colores, mutilando a sus víctimas para crear mutantes de perro y mujer, son muy caras de ver en el cine de masas, y apenas asoman en la pequeña pantalla gracias a las correrías libérrimas de los Simpson y toda su progenie animada. Pero qué le vamos a hacer, si el mismo Tim Burton se ha caramelizado con cuentos tan somníferamente inofensivos como 'Big Fish' (2003)... Veremos qué maravillas nos depara con Alicia.
4 Por el sentido de comedia. Tristemente, Hollywood cada vez se toma más en serio a sí mismo, y aquí resulta un placer seguir las correrías de un alienígena ¡que se disfraza de dama con pelucón! para infiltrarse en la Casa Blanca, o asistir a la ridícula épica de ese actor hortera de Las Vegas, que se despoja del disfraz de faraón para volver a su gloria de boxeador. Por no hablar de los discos rancios de la abuela, recluída en la residencia, que se revelan como la única arma de destrucción masiva contra los invasores...
5 Por Jack Nicholson, Glenn Close, Danny de Vito... Haber reunido a estos monstruos de la interpretación en el inmenso cachondeo de 'Mars attacks!' es algo que antoja difícil de reeditar. Quizá hoy las estrellas sólo miran presupuestos y rentabilidades, pero Nicholson y compañía se dejaron (felizmente) arrastrar por la genialidad intermitente y excesiva de Tim Burton, cosa que también agradecemos sobremanera los fans acérrimos del Joker de 1989 y el Pingüino de 1992 (Batman y Batman returns). Grandes estrellas enfundadas en trajes de circo.
6 ...y por Tom Jones. El director remata la faena con un cameo de lujo: un Tom Jones que se ríe cafremente de sí mismo como vulgar cantante de casino y como intérprete galés de la american happiness. Bravo por ese final tan frívolo y osado, donde la bíblica restauración tras el diluvio marciano se rueda al son de It's not unusual: It's not usual to be loved by anyone... ¡pararapaaaa!...
Postdata nostálgica. Como ha ocurrido en todas las entreguerras, entre los 70 y los 90 pudimos reírnos con libertad y con mala uva, pero Bush y Bin Laden han venido a entroncar con Eisenhower y la URSS, ya ver quién es el guapo que se descojona mientras le hacen un escáner corporal. Por todo eso, 'Mars attacks!' sería hoy (casi) imposible.
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