per JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
Estados Unidos, 1860. Fría noche en un paraje del sur. El Dr. King Schultz, un cazarrecompensas de origen alemán (Cristoph Waltz) compra a un esclavo negro (Jamie Foxx) para encargarle que mate a unos individuos. Tras el trabajo sucio, será libre. He aquí una ingeniosa vuelta de tuerca al canon del western/spaghetti-western: el esclavo ascenderá a cowboy. Más aún: acabará siendo el mejor y más temible de todos ellos, con el cargamento subversivo que supone su color de piel en un mundo tan inequívocamente WASP (white anglo-saxon protestant). Tras los vaqueros homosexuales -‘Brokeback Mountain’- y ahora los afroamericanos, se diría que Hollywood está empeñado en convertir las praderas de John Wayne en una convención del Partido Demócrata.
Sin embargo, nada de esto parece preocupar demasiado a Tarantino. ‘Django desencadenado’ no es precisamente un alegato antirracista, más bien una celebración posmoderna de la negritud como icono rompedor, percha de glamur y modernidad (esos fotogramas de Django con la chaqueta ajustada y el kit cowboy son puro H&M). Un black power remasterizado desde las agencias de publicidad del siglo XXI; 'desencadenado’, sí, pero de sus implicaciones morales o reivindicativas y sin prejuicios contra los finales felices.
Como siempre, los avatares sociales e históricos no son más que pretextos para que el de Tennessee dibuje sus cómics sensacionales con gruesos rotuladores. Lo mejor y más interesante de Tarantino está nuevamente en el puro lenguaje. En su dirección impecable y su humor negrísimo. En su puesta en escena insultantemente excesiva y magistral (esos algodones enrojeciendo con la sangre). En el ramillete de actores que cabalgan como Pedro por su casa (¡qué grande ese Samuel L. Jackson socarrón y envejecido!). En su inconfundible banda sonora, siempre con el botón a punto para subir el volumen. En los arranques de violencia marca de la casa (los fans gozarán aquí de uno de los mayores festines hemoglobínicos). Y todo como si no fuera con él, con la chulería como permanente método de de trabajo. Con la seguridad de que el gran arte puede permitirse estas marcadas de paquete.
Una decepción 'Django', no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!
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