diumenge, 24 de desembre del 2006

Mini-ensayos de este blog

Pregúntate: ¿cuáles son mis valores?, y enseguida tu voz interior balbuceará, gemirá vaguedades y generalidades.

Después de que nos dijeron los griegos que no hay que esconder el cuerpo humano, que las túnicas y adornos huelen a jerarquía egipcia, después de que nos enseñaron a cincelar torsos y a pintar espaldas femeninas, después de tanto magisterio renacentista y liberador, vamos y nos ponemos a dibujar flores y cenefas.

Ellos (los europeos) son filósofos de la ‘objetividad’, hablan del mundo como si lo tuvieran a sus pies o como si lo leyeran en el Libro de la Vida. En cambio nosotros (en las islas británicas) vivimos entre agua y niebla y sabemos que no hay verdad sino verdades, destellos de subjetividad, percepciones particulares.

Es la hora de los creativos publicitarios, los guionistas, los asesores de imagen, los periodistas y los psicólogos de empresa. De esta nueva burguesía espiritual, vestida con camiseta y sandalias, habrían nacido los grandes eslóganes contemporáneos, como la Inteligencia Emocional o la Metrosexualidad.

Lo que olvidan los iconoclastas es que la imagen es mucho más que mensajera. Captura el mundo con más eficacia que el concepto, porque además de ‘significar’ tiene una materialidad propia. No la podemos reducir a una única interpretación. Ulises no es sólo la nostalgia. Es Ulises. Pero la imagen polisémica escandaliza a las mentes puristas como una mujer abierta de piernas.

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