"Realidad que comienza a parecer tan ligera, infundamentada y estupefaciente como una obra poética"
Las poéticas del barroco actúan, en efecto, en el sentido de un verdadero desarraigo de la tradición metafísica hasta tal punto que pueden considerarse anticipadoras de un fenómeno que marcará visiblemente la cultura moderna. ¿Qué significa reducir el arte a una dimensión de "maravilla" e "invención", como propone [Giambattista] Marino, sino liberarlo de finalidades miméticas (por tanto, también didácticas o hedonistas) y devolverlo a la libre e inagotable producción de significados?,
¿y qué significa disolver lo real en los juegos de la poesía y de la imaginación, en los artificios del lenguaje, en el torbellino de las metáforas lanzadas a un infinito punto de fuga, como quería Góngora, sino que el propio universo simbólico y mitológico se libera a sí mismo, y, por tanto, recoconocerle el mismo estatuto que a la realidad? Realidad que comienza a parecer tan ligera, infundamentada y estupefaciente como una obra poética, justo en el momento en que la poesía se muestra como el instrumento capaz de revelar esa ligereza y esa falta de fundamento...
(No hay que olvidar que las imágenes del torbellino, de la elipse infinita, por no decir la de nuestro rodar hacia una x, es decir, las imágenes con las que se ha querido caracterizar la condición moderna, están todas ellas ligadas a la revolución copernicana, que, como ha sido correctamente observado, posee ya un alma barroca.)
SERGIO GIVONE, 'HISTORIA DE LA ESTÉTICA' (1988)
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