JOSÉ MARÍA BENEYTO
Frente al “abstracto humanismo de la Revolución”, Burke defiende el “anclaje de las libertades concretas”
El pensamiento conservador británico antirrevolucionario estuvo dominado desde el primer momento por la figura de Edmund Burke. La posición intelectual de Burke, contrario a la Revolución francesa, pero a la vez firmemente defensor del parlamentarismo y de la tradición política derivada de la “Gloriosa” Revolución de 1688, significó la mejor barrera frente a la retórica tradicionalista y su rechazo radical de la modernidad.
En realidad, la interpretación de Burke de la Revolución francesa tuvo como consecuencia inmediata una reinterpretación conservadora de la Revolución británica en el sentido de dotarla de mayor continuidad con la historia, la tradición y la costumbre, y dar así origen al moderno conservadurismo británico.
Para Burke el parlamentarismo británico no implicaba una concepción abstracta y racionalista del poder, como podían defender al unísono ilustrados y antiilustrados del continente, sino la garantía del anclaje de las libertades concretas del ciudadano británico bajo la continuidad histórica de la Monarquía. El ‘realm’, el Reino, la organización política británica, era una realidad a través de la que se manifestaba un poder común del monarca y de la expresión soberana de los ciudadanos ingleses –‘King in Parliament’- bien alejada de cualquier especulación filosófica sobre una voluntad general previa a, y más poderosa que, la hipotética suma de las voluntades individuales.
JOSÉ MARÍA BENEYTO: “LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES Y LA GNOSIS POLÍTICA DEL TRADICIONALISMO”. EN: ‘LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIX’ (EDITORIAL TROTTA, 2001)
En realidad, la interpretación de Burke de la Revolución francesa tuvo como consecuencia inmediata una reinterpretación conservadora de la Revolución británica en el sentido de dotarla de mayor continuidad con la historia, la tradición y la costumbre, y dar así origen al moderno conservadurismo británico.
Para Burke el parlamentarismo británico no implicaba una concepción abstracta y racionalista del poder, como podían defender al unísono ilustrados y antiilustrados del continente, sino la garantía del anclaje de las libertades concretas del ciudadano británico bajo la continuidad histórica de la Monarquía. El ‘realm’, el Reino, la organización política británica, era una realidad a través de la que se manifestaba un poder común del monarca y de la expresión soberana de los ciudadanos ingleses –‘King in Parliament’- bien alejada de cualquier especulación filosófica sobre una voluntad general previa a, y más poderosa que, la hipotética suma de las voluntades individuales.
“La fascinación de los tradicionalistas europeos por el derramamiento de sangre se aleja del sobrio término medio del parlamentarismo angloirlandés”
El abstracto humanismo de la Revolución, que pretendía encarnar en la “voluntad general” los derechos de la Humanidad, y que había desencadenado la violencia irracional y despótica de las masas hasta llegar al regicidio, eran rechazadas por Burke con no menos fuerza que por los contrarrevolucionarios del continente (…).
Pero es evidente que Burke no puede admitir la visión de De Maistre [tradicionalista francés] del verdugo como sacerdote que oficia en el ara sacrificial de la Humanidad, o del patíbulo como lugar en el que se realiza el mayor acto de integración de la sociedad. La fascinación de De Maistre por el derramamiento de sangre (…) se aleja del sobrio término medio al que tiende, por naturaleza y educación, el parlamentarismo angloirlandés (…).
Aparentemente, por tanto, el conservadurismo británico se habría podido mostrar más inmune frente a la impronta ‘trágica’ que caracteriza a los tradicionalistas, derivada del radical rechazo de éstos a la nueva realidad revolucionaria y de su imperiosa necesidad de imaginar la Historia como una narrativa de salvación.
Pero es evidente que Burke no puede admitir la visión de De Maistre [tradicionalista francés] del verdugo como sacerdote que oficia en el ara sacrificial de la Humanidad, o del patíbulo como lugar en el que se realiza el mayor acto de integración de la sociedad. La fascinación de De Maistre por el derramamiento de sangre (…) se aleja del sobrio término medio al que tiende, por naturaleza y educación, el parlamentarismo angloirlandés (…).
Aparentemente, por tanto, el conservadurismo británico se habría podido mostrar más inmune frente a la impronta ‘trágica’ que caracteriza a los tradicionalistas, derivada del radical rechazo de éstos a la nueva realidad revolucionaria y de su imperiosa necesidad de imaginar la Historia como una narrativa de salvación.
JOSÉ MARÍA BENEYTO: “LA ÉPOCA DE LAS REVOLUCIONES Y LA GNOSIS POLÍTICA DEL TRADICIONALISMO”. EN: ‘LA FILOSOFÍA DEL SIGLO XIX’ (EDITORIAL TROTTA, 2001)
JOSÉ MARÍA BENEYTO (Valencia, 1956-) es profesor de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, experto en filosofía del derecho y estudios europeos.
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