Es la una de la madrugada. Se ausenta sigilosamente de la habitación, donde los excursionistas reponen fuerzas para el día siguiente, y baja a oscuras por las escaleras de madera. Sale del refugio. A lo lejos se recorta la silueta negra del bosque. Sobre la línea de los avetos asoma la luna, anaranjada y muy brillante. Se adentra en los campos que rodean la caseta, en dirección al bosque. Sólo se oye el ruido sincopado del riego automático, y los arroyuelos fluyendo por la tierra. Tras varios pasos, vuelve la vista atrás. Aislado en la tiniebla, el refugio aparece tenuemente iluminado por la luna, y tras él se levanta la mole azulada del Pedraforca. Su cima escarpada y agreste se extiende en el cielo, despejado y diamantino. Debajo duerme la pequeña escena: la casa y su chimenea, el aspersor y los arroyuelos. Corre una brisa fría. Regresa al refugio a paso rápido.
JOAN PAU INAREJOS, 6 MAYO 2007 (EXCURSIÓN AL PEDRAFORCA)
Certifico que todo era así y que mejor debería haber dormido fuera de dicho refugio. Básicamente para no soportar los ronquidos de un tal Quique...
ResponEliminaGlòria: jo nen!! quina enveja més gran!!!!!! només de pensar-ho se'm posa la pell de gallina....
ResponEliminajah! ahora entiendo ese olorcillo cuando bajé yo minutos después. Al relato se le añadiría "...una suau flaire de pixum acabat de dipositar va penetrar per les meves narius..."
ResponEliminajajaj, no ahora en serio, muy bien pau, cómo nos teletransportas allá dnd quieres con tus relatos, enhorabuena
ui es en castellano: "...un suave olor de meado acabado de depositar penetró por mis narices...", uff, qué manera de perder la sutileza catalana con esta vulgar traducción...
ResponEliminajajaja, y es en presente!!!! he perdido la poca credibilidad que me pudiera quedar...
ResponEliminahombre, la imagen era muy bella, pero no sé si la cambiaría por el melódico recital del tal quique. no me reí yo, ni na...
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