LA PELÍCULA EN LA MEJOR WEB DE CINE: LA BUTACA
¿y tú qué opinas? ¿qué películas te han gustado últimamente?
por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 8
A saber qué combinado de setas o anfetaminas se habrá cascado Terry Gilliam, el perturbado ex componente de Monty Python, porque sólo un cargado cóctel estupefaciente podría explicar la visión elefantiásica, surrealista, ultra-barroca, golfa y jocosa que nos propone su última obra, El Imaginario del Doctor Parnassus.
De qué va la película es algo que apenas se puede contestar aquí, porque tantos hilos podrían enmarañarnos. De entrada, Gilliam hace gala de un gusto morboso por las antigüedades iconográficas y arranca con un relato circense sobre el carromato del Doctor Parnassus, un extravagante anciano que lleva por doquier su espectáculo junto a su hija -Lily Cole-, un joven ayudante -Andrew Garfield- y un enano respondón -Verne Troyer-.
Entre los telones y poleas del circo ambulante, Parnassus se verá enredado por unos embarazosos pactos con el diablo, un ser maligno prodigiosamente encarnado por Tom Waits, quien interpreta a este recortado caballero de voz áspera y puros humeantes.
La partida de póker entre ambos próceres, Parnassus y el diablo, desatará un trepidante juego de espejos y de promiscuos viajes de ida y vuelta entre la realidad y la ficción, con brillantísimos diseños de producción que se presentan como verdaderos sueños filmados, en los que admiramos ríos de colores, escaleras infinitas, infiernos de El Bosco o pasarelas de cristales en el vacío.
De estos paisajes volubles emerge el joven Heath Ledger (Brokeback Mountain, El caballero oscuro) interpretando su último papel en el cine antes de morir prematuramente en el 2008, en pleno rodaje. Gilliam tiene la osadía y la genialidad de proseguir con el largometraje y resucitar el personaje de Ledger con los rostros de Collin Farrell, Jude Law y Johnny Depp. Si en alguna película se podía cometer tamaña transgresión, era sin duda en esta.
El Imaginario del Doctor Parnassus es inmensamente irregular y excesiva, pero pega auténticos puñetazos en el ojo y se atreve siempre a revolucionar el plano anterior: ved esa coreografía de culos de policías emergiendo de un paisaje gótico, esa nube de fotógrafos irrumpiendo en la orilla surrealista de un río donde llora una niña abandonada, o esa hilarante discusión entre Heath Ledger y un joven Andrew Garfield travestido como marujona sin peluca, por no hablar del absolutamente genial baile entre el diablo y la doncella.
Cierto que el mapa del tesoro de Parnassus es casi incomprensible y uno corre el riesgo de perderse por el camino, pero hay demasiadas perlas como para dejárselo perder.
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