dimarts, 16 de març del 2010

Mutaciones vampíricas



JOAN PAU INAREJOS

Más de una vez me he preguntado por qué los niños de mi generación gozábamos sobremanera lamiendo un helado de color negro que tomaba un nombre tan poco jovial como "Drácula" (de Frigo) y que, para más inri, se iba enrojeciendo al paso de la lengua para imitar el mordisco sangriento. ¿Cómo hemos pasado del siniestro Vlad El Empalador de Transilvania al vampiro consumible de chiringuito, pasando por los elegantes galanes canosos que se acostaban en los sarcófagos? Sin recurrir a los polos, el periodista Gavin Baddeley da cuenta de estas y otras muchas mutaciones de la estética del terror en 'Cultura gótica. Una guía para la cultura oscura' (2006). Por cierto, ¿para cuándo un helado Exorcista que vaya segregando efluvios verdes mientras lo sorbemos?



GAVIN BADDELEY
"El demoníaco vampiro de Bram Stoker fue transformado en un Drácula de goma espuma en Barrio Sésamo"



Irónicamente, el mayor impacto de la cultura gótica en la televisión provino de la adaptación para la pequeña pantalla de sus iconos más venerables. Titanes del terror, como el conde Drácula y el Monstruo de Frankenstein se convirtieron en héroes kitsch para los niños. El demoníaco vampiro de Bram Stoker fue gradualmente transofmrado en un conde Drácula amigable y de goma espuma, que enseñaba a los niños la aritmética en Barrio Sésamo (Sesame Street). Los niños fastidiaban a sus padres para que les compraran empalagosos cereales para el desayuno como Count Chocula y Frankenberry. Dicha transformación radical sólo podía lograrse gracias a la trivialización que produjo la televisión.







La leyenda de Mary Shelley ha sido asimilada al lenguaje común: hoy hablamos de 'alimentos Frankenstein'

En la actualidad, la metáfora de la ambición ciega que viola las leyes naturales o divinas no es Prometeo, ni Fausto, sino Frankenstein. Su leyenda ha sido asimilada por el lenguaje común hasta tal punto que podemos leer cosas como que la ingeniería genética ("un arte no santificado") desata el horror de los "alimentos Frankenstein".



GAVIN BADDELEY: 'CULTURA GÓTICA. GUÍA PARA LA CULTURA OSCURA' (2006)









De Transilvania a Marte





JOAN PAU INAREJOS

En el siguiente pasaje, Gavin Baddeley constata la metamorfosis del miedo en los años cincuenta americanos. La Guerra Mundial ya ha pasado, y América ha roto sus vínculos umbilicales con las pesadillas culturales del Viejo Continente. Los dráculas y frankensteins triunfaron cuando se trataba de conjurar el imperialismo europeo o el nazismo, mientras que el nuevo tablero de la Guerra Fría trae los monstruos desde el espacio exterior: los aliens y los marcianos vienen a sublimar la nueva amenaza del Lejano Oriente soviético. Dicho en plata: que si Hitler chupaba sangre, Stalin tiene antenas y tentáculos.



GAVIN BADDELEY
A partir de los cincuenta, los monstruos vienen del espacio exterior: el terror ya no bebe del Antiguo Mundo europeo (Drácula) sino de la carrera espacial (los aliens)

Los monstruos del cine de la década de los cincuenta solían provenir del espacio exterior, o eran más el producto de una mutación radioactiva que de un cementerio. Esta evolución reflejaba la creciente preocupación del público estadounidense por la llamada "guerra fría". Las amenazas contra la seguridad de la nación ya no provenían del Antiguo Mundo europeo (el clásico escenario gótico), sino del enemigo soviético de Oriente, lo cual se manifestaba en el temor de perder la carrera espacial y la posibilidad de que se declarara una guerra nuclear.



GAVIN BADDELEY: 'CULTURA GÓTICA. GUÍA PARA LA CULTURA OSCURA' (2006)



IMÁGENES: 1) HELADO DRÁCULA DE FRIGO; 2) FRANKENSTEIN DE LA UNIVERSAL; 3) MONTAJE QUE COMPARA A HITLER-DRÁCULA CON STALIN-MARCIANO



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