dilluns, 12 d’abril del 2010

Del jardín al jardín

cortinas
ALAIN BESANÇON
 "La Biblia hace recorrer al hombre un itinerario desde el Edén hasta la Jerusalén celestial; en el Corán, el hombre regresa al jardín"

El ascetismo es ajeno al espíritu del Islam. La civilización islámica es una civilización de la bona vita. Ofrece placeres variados y permitidos en el orden de los sentidos. Existe un carpe diem musulmán, una felicidad musulmana que a menudo ha fascinado a los cristianos, así como han sentido nostalgia por el mundo antiguo.

La predestinación, tal como la comprende el Islam, no está alejada del sentimiento antiguo del fatum. Y, naturalmente, el musulmán atribuye esas bendiciones a la perfección de su Ley. Ésta es moderada, se adapta mejor a la naturaleza humana que el cristianismo, es más flexible que la judía. Dicha moderación, llamada 'facilitación de la religión', opera a su favor y vuelve aun más inexcusable el hecho de no creer en ella. No hay pecado original ni infierno eterno para el creyente.

Algunos se mofan, a veces, del paraíso musulmán. Es un error. Sin duda, éste no es, como el paraíso judío y cristiano, una visión de Dios y una participación en la vida divina. En el más allá, Dios se mantiene separado e inaccesible. Pero el hombre encuentra allí, con el perdón y la paz, la "satisfacción". La Biblia hace recorrer al hombre un itinerario que comienza en un jardín, el Edén, y termina en una ciudad, la Jerusalén celestial. En el Corán, el hombre regresa al jardín. Las mitologías antiguas nos ofrecen las mismas imágenes de banquetes ideales donde circulan las copas, los efebos, las jóvenes vírgenes, en un mismo clima de gozo y satisfacción de los deseos (...).

Para las almas menos exigentes, está permitido, siempre que se respete la Ley y se realice una leve práctica de los "cinco pilares" del islamismo, llevar una vida religiosa perfectamente superficial y, no obstante, perfectamente lícita y suficiente. Ésta es una gran ventaja sobre las dos religiones bíblicas que reclaman, en principio, más escrúpulos e interioridad. La estabilidad de esta religión superficial y legal presenta algún parecido con la religión antigua, constituida por ritos que acompañaban el sentido natural y espontáneo de lo divino.

ALAIN BESANÇON, (2004) DEL PRÓLOGO DE JACQUES ELLUL, 'ISLAMISMO Y JUDEOCRISTIANISMO'



Los pájaros 

pájaros
No hay que limitar esta presencia de Dios al hombre, pues él está presente hasta en su más mínima criatura y es un testigo para toda su creación. Considero que un pasaje que da maravillosamente cuenta de esto es el famoso texto sobre el "pájaro", que por lo general está traducido con un contrasentido: en Mateo 10,29, Jesús, para decirles a sus discípulos que dejen de temer, de tener miedo, les recuerda lo que dijo acerca de los pequeños pájaros de los campos: "¿No se venden dos pajaritos por un as? Sin embargo, ni uno de ellos cae en tierra sin vuestro Padre" (a menudo se ha traducido por "la voluntad de vuestro padre", lo cual no se encuentra en griego y cambia todo el sentido: con ese añadido, significa que los pájaros mueren por la voluntad del Padre). En el texto, significa algo muy diferente: ni siquiera un gorrión cae al suelo sin la presencia, sin la compañía del Padre; nunca morimos solos.

JACQUES ELLUL, 'ISLAMISMO Y JUDEOCRISTIANISMO' (TEXTO: LOS TRES PILARES DEL CONFORMISMO')

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