dilluns, 22 d’abril del 2013

'Looper' (2012): yo contra mí


Atención: el artículo contiene pequeños detalles del argumento

por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5

Los terapeutas suelen recomendar que “enterremos lo malo en el pasado”, y eso es lo que hacen los mafiosos de ‘Looper’ del modo más literal posible: mandar sus cadáveres a un tiempo pretérito, para mejor deshacerse de ellos y no tener que buscar los consabidos escondrijos en descampados y fondos lacustres. Idea brillante para abrir fuego en este thriller de ciencia-ficción donde Joseph Gordon-Levitt parece hereadar los rasgos de Keanu Reeves  (‘Matrix’), para batirse en duelo generacional con un Bruce Willis -el hombre a una metralleta pegado- que sigue explotando sin rubor su imagen de héroe decadente.

Bañada en cine negro, oscura y lóbrega como casi todo lo que ha traído el género tras 'Blade Runner', la película de Rian Johnson dibuja un futuro donde la gente estará dispuesta a comerciar con su propio futuro para ganar compensaciones inmediatas. La famosa guerra hobbesiana del hombre contra el hombre alcanza aquí tintes extremos: el hombre contra sí mismo, en lucha descarnada frente a sus alter ego del pasado y del futuro. Sólo puede quedar uno.

Como en 'Minority Report', el protagonista se convierte en víctima inesperada del sistema para el cual trabaja (Jeff Daniels al mando, con socarronas barbas), pero a diferencia de aquélla, aquí la estética es mucho más cruda y próxima a nosotros. Los deportados en la máquina del tiempo, con la cabeza cubierta junto a los campos de cereales, evocan inevitablemente a los presos de Abu Graib y a los bajos fondos de la nada ficticia guerra contra el terrorismo. Esta iconografía tan contemporánea se conjuga resultonamente con las escenas de acción más comerciales y el etéreo aire de misterio made in Shyamalan.

Quizá son los personajes, pobremente desarrollados, los que achatan un poco tan ingeniosa vuelta de tuerca al universo de la ciencia-ficción. Con mayor grosor dramático resultaría más creíble ese giro de guion sobre la redención humanista de un mundo cruel: una autoinmolación casi de resonancias cristianas, un mundo vacío de héroes que sólo podrá ser salvado por mártires. Y por cierto, qué guasa del séptimo arte que Bruce Willis sea un Herodes infanticida tras haber auxiliado a niños que veían muertos.

LOOPER, DE RIAN JOHNSON
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