LA SINAGOGA, en el exilio babilónico
La religión yahvista era una religión nacional y estaba basada en el culto rendido a Yahvé en el templo de Jerusalén. Abolida su monarquía, destruido su templo y desterrados de Jerusalén [siglo VI aC], los exiliados que continuaron fieles al yahvismo se vieron obligados a repensar su religión y a cambiar sus prácticas. Ya no había templo ni altar de sacrificios. Sólo quedaban las tradiciones orales y los escritos sagrados traídos por los sacerdotes, todavía en proceso de reescritura y que acabarían constituyendo la Torá.
En cada localidad de Mesopotamia donde había exiliados yahvistas -donde había judíos-, éstos se reunirían frecuentemente para leer o escuchar la lectura de la Torá, para comentarla, para cantar himnos a Yahvé y para animarse unos a otros, manteniendo vivo el recuerdo de su alianza con Yahvé. Ya que no podían ofrecer sacrificios a su dios, le ofrecían al menos sus palabras, sus plegarias, su música y sus canciones.
Reunión o congregación se dice en griego 'synagogé'. de ahí viene el nombre de "sinagoga" con que se conoce tanto la reunión de la comunidad judía local como el edificio en que tal reunión tiene lugar. En la antigüedad el templo -incluído el de Jerusalén- era la casa de un dios, en que se le cuidaba, se le rendía culto y, en especial, se le daba de comer, mediante la ofrenda de sacrificios comestibles. En el interior del templo sólo penetraban los sacerdotes, que tenían acceso directo a dios. El pueblo permanecía fuera. La sinagoga, por el contrario, era un lugar de reunión para los fieles, para la comunidad creyente, y en ella no habitaba el dios ni se ofrecían sacrificios. La sinagoga -surgida en el exilio de Babilonia como respuesta de los judíos a la pérdida del templo- es también el precedente de las posteriores iglesias cristianas y mezquitas islámicas.
En cada localidad de Mesopotamia donde había exiliados yahvistas -donde había judíos-, éstos se reunirían frecuentemente para leer o escuchar la lectura de la Torá, para comentarla, para cantar himnos a Yahvé y para animarse unos a otros, manteniendo vivo el recuerdo de su alianza con Yahvé. Ya que no podían ofrecer sacrificios a su dios, le ofrecían al menos sus palabras, sus plegarias, su música y sus canciones.
Reunión o congregación se dice en griego 'synagogé'. de ahí viene el nombre de "sinagoga" con que se conoce tanto la reunión de la comunidad judía local como el edificio en que tal reunión tiene lugar. En la antigüedad el templo -incluído el de Jerusalén- era la casa de un dios, en que se le cuidaba, se le rendía culto y, en especial, se le daba de comer, mediante la ofrenda de sacrificios comestibles. En el interior del templo sólo penetraban los sacerdotes, que tenían acceso directo a dios. El pueblo permanecía fuera. La sinagoga, por el contrario, era un lugar de reunión para los fieles, para la comunidad creyente, y en ella no habitaba el dios ni se ofrecían sacrificios. La sinagoga -surgida en el exilio de Babilonia como respuesta de los judíos a la pérdida del templo- es también el precedente de las posteriores iglesias cristianas y mezquitas islámicas.
SATÁN, bajo el dominio persa
Durante los dos siglos de teocracia yahvista bajo tutela política persa [siglos VI aC-IV aC], la influencia cultural de la religión de los persas se hizo sentir sobre el judaísmo, como era de esperar. En los textos de esa época aparecen por primera vez temas típicos de la religión mazdeísta, pero completamente ajenos al yahvismo preexílico, tales como la figura de Satán, las jerarquías de ángeles y demonios, el juicio final y la inmortalidad del alma.
En el Iyyob (Job) y en el Dibré ha-yamin (Crónicas) aparece Satán como el adversario de Dios y factor del mal, en claro reflejo de la concepción dualista persa. A la idea de un Satán opuesto a Dios se une la de un juicio final y una vida después de la muerte, con premios para los humanes que en esta vida hubieran estado con Dios y castigos para los que hubieran estado con Satán. Estas ideas persas, a través del judaísmo, acabarían pasando al cristianismo y al islam.
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO', 2006 / fotos: GRAN SINAGOGA DE FLORENCIA Y 'SATÁN CONTAGIANDO LAS ÚLCERAS MALIGNAS A JOB', DE WILLIAM BLAKE, 1826
Durante los dos siglos de teocracia yahvista bajo tutela política persa [siglos VI aC-IV aC], la influencia cultural de la religión de los persas se hizo sentir sobre el judaísmo, como era de esperar. En los textos de esa época aparecen por primera vez temas típicos de la religión mazdeísta, pero completamente ajenos al yahvismo preexílico, tales como la figura de Satán, las jerarquías de ángeles y demonios, el juicio final y la inmortalidad del alma.
En el Iyyob (Job) y en el Dibré ha-yamin (Crónicas) aparece Satán como el adversario de Dios y factor del mal, en claro reflejo de la concepción dualista persa. A la idea de un Satán opuesto a Dios se une la de un juicio final y una vida después de la muerte, con premios para los humanes que en esta vida hubieran estado con Dios y castigos para los que hubieran estado con Satán. Estas ideas persas, a través del judaísmo, acabarían pasando al cristianismo y al islam.
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO', 2006 / fotos: GRAN SINAGOGA DE FLORENCIA Y 'SATÁN CONTAGIANDO LAS ÚLCERAS MALIGNAS A JOB', DE WILLIAM BLAKE, 1826
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