dilluns, 11 de maig del 2015
La abeja de Salomón
divendres, 15 d’abril del 2011
Retazos del Cantar de los Cantares
Así como la espada arma al caballero, el denominado beso de Dios o neshikáh insufla Espíritu Santo al estudiante que solicita su presencia. Una leyenda dice que Moisés murió de un "beso" o neshikáh de Dios, que en términos médicos equivale a un infarto de miocardio. A partir de esta historia se cree que es un privilegio morir de este modo. El Creador puso en nosotros Su soplo y llegado el momento lo retira.
LA CÁMARA
"Dime, dilecto de mi alma, dónde pastoreas, en qué sitio reposas al mediodía. ¿Por qué habría de vagar entre los rebaños de tus compañeras? (1:7)
"Mi amado es un puñado de mirra cuando pernocta entre mis senos" (1:13)
"¡Cuán bella eres, amiga mía, qué bella! Tus ojos son palomas (1:15)
"Soy la azucena del Sharon, la rosa de los valles" (2:1)
"Os conjuro, muchachas de Jerusalén, por las ciervas y las gacelas de los campos, no despertéis, no perturbéis al amor hasta que lo desee" (2:7)
"Aquí llega la voz de mi amado, saltando por los montes, brincando por los collados" (2:8)
"Cuando se invierta el día y huyan las sombras iré hacia el monte de la mirra y a la colina del incienso" (4:6)
"Secuestras mi corazón, amada mía, esposa, secuestras mi corazón con una sola mirada de tus ojos atándolo con tu collar" (4:9)
"Jardín cerrado eres, hermana, amada mía, una fuente oculta, un manantial vallado" (4:12)
"Mi amor extiende su mano hacia el hueco del asombro y soy puro temblor" (5:4)
"Asomas tu cabeza de fértil jardín y por el brillo de sus rizos un rey queda enredado en su trama" (7:6)
"Desliza su brazo izquierdo por debajo de mi cabeza y con el derecho me abraza" (8:3)
El Cantar de los Cantares o los aromas del amor, de Mario Satz (2005) (relectura)
dimecres, 5 de març del 2008
Mitos de Viena
¿El Danubio Azul?
En 1600 se abrió el canal del Danubio y se terminó de regular en 1870, tras una desastrosa inundación: de hecho, la ciudad del "bello Danubio azul" queda a buena distancia del río propiamente dicho. El verdadero río de Viena, el que le da su nombre desde la romana Vindobonam es el Wien, una modesta e irregular corriente, hoy en parte cubierta, después de haber servido muho tiempo como alcantarilla (...). Se ha dicho que Viena se consoló de la derrota de Sadova [frente a Alemania], como en todas sus desgracias posteriores, con un vals, 'El bello Danubio azul': la verdad es que esta pieza (...) se popularizó en Viena sólo después de triunfar en el extranjero.
El café
Hay que rendir aquí un homenaje al café vienés, no por nada centrado en ese brebaje tan estimulante para el espíritu: los turcos, al levantar el sitio a Viena por última vez, habían dejado atrás unos sacos de cierta semilla (...). Eso ocurría, por cierto, en 1683, el mismo año en que se abría en Venecia el primer local para la "degustación", como se dice técnicamente, de esa bebida que había llegado de Turquía por el Adriático y que, en el siglo siguiente, el veneciano Procope difundiría en París (...). Así pues, el café tuvo en Viena otra línea de entrada en Europa en confluencia con la línea veneciana-parisina (...). Pero el café en Viena se acompañó de un recordatorio especial de su origen turco: la media luna transformada en sabrosa repostería, el 'Kipfel', universalizado con el nombre francés de 'crosissant', "creciente", según el cual hay que situar esta pasta orientándola en forma contraria de la C para que responda al símbolo religioso mahometano.
En los cafés (...) había tableros de ajedrez, tal vez billares al fondo, y cruzándolo todo y agitando el humo del tabaco, una corriente de aire contra la cual muchos clientes conservaban el abrigo y el sombrero puesto (...). Edmund Wengraf diría: "el café vienés ha devorado nuestra inteligencia y nuestra cultura" y ponía el oloroso brebaje como símbolo de corrupción: "De la oscura infusión se levantan vapores que nublan nuestra visión, que nos ciegan e idiotizan". Ciertamente, había peligro de creer que la literatura consistía en deslumbrar a los contertulios del café y de hecho en los cafés se daban por existentes, y aun por superados, movimientos que apenas habían empezado a existir. En aquel ambiente se lanzaban los descubrimientos: Nietzsche se ponía de moda, y cierta muchacha captaba el interés de las tertulias recitando de mesa en mesa páginas de Kierkegaard.
Viena católica
En la época de la Reforma, el protestantismo se había extendido a las cuatro quintas partes de los habitantes del núcleo austríaco, pero la contraofensiva jesuítica, allí como en Baviera, y mejor aún que en Polonia y Hungría, reconquistó la mayoría de la población, haciendo de Austria un sólido pilar del catolicismo contrarreformador.
Éste sin embargo, implicaba dar al César mucho de lo que era de Dios: estos soberanos del XVIII asumieron el "derecho de presentación" de los obispos (...) dieron a la Universidad de Viena una fisonomía menos dependiente de los jesuitas (...), fundaron el Burgtheater (...): era la gran Viena, la de las fachadas entre barroco y rococó, la de Mozart y Haydn.
El águila de dos cabezas
Heráldicamente, la dualidad austro-húngara se representa en el águila negra de dos cabezas y dos coronas sobre fondo amarillo: animal engañoso, en cuanto que no había verdadera simetría, como lo expresaba el hecho de que el monarca se titulara emperador en Austria y rey en Hungría. La oscura clave de este embrollo se forma con la inicial "k", repetida o no: Musil, en 'El hombre sin propiedades', transforma sarcásticamente esa letra como seudónimo del imperio, en el nombre "Kakania": "era imperial y real (kaiserlich und königlich).
Marca del este
La gran Viena centraba el bastión final de la Europa más propiamente dicha ante el mosaico eslavo -y ante el Imperio turco, todavía en el Adriático-. Metternich diría: "Asia empieza en la Landstrasse", esto es, en la avenida a donde se asomaba su propio palacio vienés (...).
Austria perdió Lombardía y Piamonte (...). Sólo en el Sur, frente al envejecido imperio turco (...) le cupo a Austria-Hungría un modesto avance, ocupando Bosnia en 1878, aunque sin formalizar la anexión hasta 1908; malhadado episodio, que daría lugar al comienzo de la Primera Guerra Mundial (...). El heredero del imperio [Franciso Fernando, sobrino de Francisco José] fue asesinado en Sarajevo, capital de la anexionada Bosnia, por nacionalistas servios.
La 'Marcha Radetzky'
La somnolencia de la vida vienesa quedó atónitamente rota en 1848 (...). La agitación fue aplastada por la fuerza, y no sólo en Viena, sino en los dominios que quisieron entonces sacudirse el yugo austríaco: así, los italianos del Norte fueron dominados por el general Radetzky, en cuyo honor compuso el luego llamado "Strauss padre" esa célebre marcha que todavía es una de las músicas que ponemos mentalmente a las glorias del 'finis Austriae'.
Lejos de Alemania
Algún historiador ha sugerido que habría sido mejor para Austria permitir que Hungría (...) se separara por su lado (...). Cierto que, en ese caso, Austria, que con Metternich, había conservado la presidencia de la Confederación Germánica aun dejando a Prusia el protagonismo militar como defensora ante Francia, habría acabado por ser absorbida en el movimiento de unificación germánica que tendría a Prusia por locomotora. Pero eso era precisamente hacia lo que se inclinaría, entonces y siempre, la mayoría de los austríacos germanos, y lo que habría ocurrido de todos modos sin el orgullo imperial de los Habsburgo.
Prusia seguiría su empuje hegemónico, con Mismarck desde 1860, y en 1866, en la batalla de Sadova (...) derrotó a Austria, que a partir de entonces quedó marginada de la naciente Alemania -desde 1870, el segundo Reich alemán, proclamado en París después de vencer a los franceses-. El imperio austrohúngaro, ahora más bien "potencia danubiana" pervive como segundo violín al lado del alemán, y así se evidenciaría de modo terminal en las guerras mundiales del siglo XX.
[Tras la Primera Guerra Mundial] los vencedores rechazaron la pretensión austríaca de unirse a la también derrotada Alemania -la vieja inclinación proprusiana resurgía en el momento menos oportuno, buscando ahora alianza y compañía en la calamidad-: sería la "República Austriaca", con seis millones de los más de cincuenta que tenía el imperio, pero con la misma capital, ahora macrocéfala: Viena.
La emperatriz Sissi
Francisco José reinaría [desde 1848] con a famosa Elisabeth, "Sissi", sobrina suya (...). El aura que rodearía a Sissi, lectora entusiasta de Heine y celebrada a su vez por Gabrielle d'Annunzio, empezaba en la historia de su compromiso (...). Se dedicó la mayor parte del tiempo a viajar -sobre todo para visitar manicomonios-, hasta que en 1898, al ir a tomar un barco en el lago de Ginebra, la mató a puñaladas un solitario anarquista italiano.
Cuna del movimiento judío
Uno de los aspectos del liberalismo austríaco fue la emancipación legal de los judíos y su contragolpe, el antisemitismo -término creado por Wilhelm Marr en 1879- (...). Huyendo de lor 'pogrom' del Este y por conveniencias de trabajo empiezan a llegar a los suburbios vieneses (...). Hacia 1900, la tercera parte de los estudiantes de la Universidad de Viena eran judíos; en cuanto a los escritores (...) lo más práctico es suponer que son todos judíos mientras no se demuestre lo contrario. En la carrera militar, en cambio, entran tarde y con dificultades (...). Parece que el milenario desarraigo judío, sin posibilidad de enraizamiento agrícola, hubiera entrenado su mente para la capacidad de abstracción (...) propia no sólo de la economía comercial y bancaria, sino de la ciencia pura y de esa forma de contemplación alienada del mundo que es la literatura (...). Su mismo éxito contribuyó a una fácil demagogia segregadora (...), en primer lugar entre los pequeños comerciantes, nerviosos ante aquellos más dinámicos competidores (...) en seguida, entre los estudiantes, donde los jóvenes de viejas familias se veían desbordados por aquellos esforzados "empollones" que habían de superar con su esfuerzo la ausencia de una tradición que los protegiera (...). Como consecuencia, muchos judíos no sólo llegaron a defender con más fuerza una identidad que en principio no habían deseado hacer valer, sino que surgió entre ellos, en Viena, el sionismo, el movimiento de búsqueda de una nueva "tierra prometida". Y lo más notable es que fundara ese movimiento Theodor Herzl, un esteticista literaro.
¿Viena monumental?
Mientras que la Ópera se parecía a la de París, de Tony Garnier, en el Parlamento había que hacer una alusión a la democracia ateniense, y, en efecto, el edificio muestra las columnas y el frontón del neoclasicismo. Siguiendo ese espíritu de mascarada arquitectónica, propio de la época, no sólo en Viena, el Ayuntamiento (1872-1883) presenta un neogótico no muy lejano a la "iglesia votiva" pero con alusiones a los antiguos ayuntamientos de los Países Bajos -arquetipos de espíritu municipal-, a la vez que el Parlamento londinense. Y así sucesivamente: la nueva Universidad tiene ciertos elementos renacentistas...
La historia perdida
Viena tiene un aire soñoliento un poco vacío, con palacios a escala mayor que su tamaño natural de hoy: conservadora y un poco fuera del tiempo, disfruta de la marginalidad de su país, tierra neutralizada en el borde de un mundo enfrentado con otro, nación bien cuidada pero sin ánimo de grandezas. Viena tiene derecho histórico a descansar.
JOSÉ MARÍA VALVERDE, 'VIENA, FIN DEL IMPERIO' (1990)
dimecres, 12 de desembre del 2007
La venganza contra los judíos
LUIS RACIONERO
“Steiner teoriza sobre el holocausto como una venganza, porque los judíos han exigido duros progresos éticos: Moisés el monoteísmo, Jesús el cristianismo y Marx el comunismo”
George Steiner, crítico literario, e Isaiah Berlin, historiador de las ideas, son los humanistas más relevantes del fin del siglo XX. Me tomo la libertad de señalarlo porque en este país su influencia ha sido tardía. Debido a nuestra atormentada historia intelectual desde que Felipe II prohibió los libros europeos, las ideas llegan aquí retrasadas y deformadas. La última inquisición fue la escuela marxista que, en época de la dictadura franquista, dominó el pensamiento progresista español, imponiendo pseudopensadores como Althusser, Lacan o Lévi-Strauss, que confundieron más que ilustraron a la generación de posguerra. Entre tanto, y desde los años sesenta, en el mundo anglosajón se dejó sentir la influencia de Berlin y Steiner. Berlin, un judío letón emigrado a Gran Bretaña, Steiner un judío checo-vienés emigrado a Francia y Estados Unidos.
El filósofo A. J. Ayer, en su prólogo al compendio The Age of Analysis,señala que la característica de la filosofía del siglo XX es la ausencia de grandes sistemas: Hegel o Kant no sólo son imposibles de momento, sino para siempre, y nos queda la lógica matemática fallida de Russell y Whitehead, el positivismo lógico de Carnap y el Círculo de Viena refutado por Popper o la filosofía del lenguaje de Wittgenstein que acababa callándose.
Las palabras, el concepto, combinados según las reglas de la lógica ya no dan más de sí. Para conocer el conocimiento se usa la neurología y para conocer las esencias, la física cuántica que, por cierto, no es compatible con la lógica aristotélica, como reconoció desconcertado Heisenberg.
No hay sistema, pero hay pensamiento, y este no ha venido de filósofos puros, sino de un crítico literario y un historiador, cuya lectura recomiendo a quienes aún les interese el humanismo. Isaiah Berlin, fallecido hace diez años, fue un don de Oxford en All Souls donde el sistema ha llegado a la perfección de un college: no hay estudiantes, sólo investigadores. Famoso por sus ensayos Dos conceptos de libertad, o El erizo y la zorra, su idea central fue el pluralismo: "El ideal platónico cree que todas las cuestiones deben tener una respuesta veraz y sólo una, que existe un método para descubrir esas verdades y que las respuestas veraces deben necesariamente ser compatibles entre sí. No es así".
No hay una sola respuesta verdadera a cada problema y, además, las respuestas no tienen por qué ser compatibles entre sí. Hay pluralidad de verdades y de valores que se deben acomodar por consenso racional. Lo explica en La búsqueda del ideal que está en la antología publicada en 1997, The proper study of mankind, que reúne sus mejores ensayos sobre Vico, Herder, Maquiavelo, el romanticismo y el nacionalismo.
Steiner tiene - estuvo en Barcelona recientemente- una vida más movida: nace en París, estudia allá y se traslada a Estados Unidos, donde se gradúa en Chicago y luego se va a Oxford. Luego vive en Cambridge - donde coincidí con él en Churchill College- , pero da clases en Ginebra y Oxford. De ahí su elogio del tren, el café y la estación en su precioso ensayo La idea de Europa. Menos sionista que Berlin, pero más religioso - Presencias reales-, Steiner teoriza sobre el holocausto como una venganza, no de una nación, sino de toda la cultura europea porque los judíos le han exigido por tres veces duros progresos éticos: Moisés el monoteísmo, Jesús el cristianismo y Marx el comunismo.
“¿Por qué la cultura no impidió la barbarie nazi?, ¿cómo se puede oír a Schubert de noche y gasear niños por la mañana?”
Realmente, si no son un pueblo elegido, son al menos perfeccionistas, elevando al listón ético a la humanidad; y esas exigencias morales provocan, según Steiner, resentimientos, odio y venganza. ¿Por qué la cultura no impidió la barbarie nazi?, ¿cómo se puede oír a Schubert de noche y gasear niños por la mañana? Esta cuestión recurre en sus obras. Su explicación no me parece convincente: "Antes la barbarie que el aburrimiento, dijo Teófilo Gautier respecto al siglo XIX"; yo creo que los civilizados son todavía una minoría, incluso en Europa, y son menos aún en el norte.
Pero Steiner no es un profeta sino un crítico literario, probablemente el mejor de nuestra época, y su pensamiento desborda hacia temas humanistas y cosmopolitas (…). Su preocupación es adónde va la cultura clásica - esa que se expresaba en francés-, la high culture amenazada por el pop y la contracultura. A lo largo de su labor como crítico y docente, ha asistido al declive de la palabra, al auge de la imagen y la música; ha visto, más bien oído, cómo el pop y el rock se convertían en la lingua franca de la juventud.
En la civilización - es un decir- actual, que él califica de posclásica, yo la llamaría posneoclásica, los lenguajes ajenos a la palabra serán la música y las matemáticas. Las ciencias ocuparán, como fuentes creativas, el lugar del arte y las humanidades; los talleres plásticos ya han sido superados por los laboratorios, pero son ciencias que han tocado los límites de la razón cartesiana o aristotélica y necesitan otro modelo de intelección que vaya más allá del racionalismo y, por supuesto, del mecanicismo.
Aquí Steiner se encuentra con el pluralismo de Berlin, al aceptar la existencia de verdades diversas, admitir que la razón llega a valores diferentes en contextos diversos, que la realidad es más confusa que el método platónico y que el futuro se abre a un humanismo más complejo y sutil que el neoclasicismo de la Ilustración.
LUIS RACIONERO, “STEINER Y BERLIN”, EN ‘LA VANGUARDIA’, 11/12/2007
diumenge, 20 de maig del 2007
¿En qué hablan los judíos?
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO'
El pueblo de Palestina fue abandonando el hebreo y adoptando el arameo desde -500, aproximadamente. Jesús y sus discípulos hablaban en arameo. Desde -300 en las ciudades de la costa se fue imponiendo el griego, pero el arameo seguía siendo la ‘lingua franca’ de los semitas. Esta situación se mantuvo hasta el siglo VII, en que el arameo fue suplantado por el árabe.
Los judíos siempre habían sabido adaptarse a las nuevas tendencias. De hecho, desde el exilio en Babilonia habían olvidado el hebreo, y habían ido adoptando para sus escritos sucesivamente la lengua cosmopolita de cada momento: el arameo, el griego, el árabe, el latín, el alemán y el inglés. Filón escribió en griego; Maimónides, en árabe; Spinoza, en latín; Einstein, en alemán.
El hebreo siempre se había conservado como lengua litúrgica entre los rabinos, pero llevaba casi dos mil años sin hablarse como lengua viva. Era una lengua muerta, como el sánscrito entre los brahmanes de la India o el latín en el catolicismo preoconciliar.
Fuera del contexto litúrgico, los judíos de la diáspora hablaban la lengua del país que habitaban o bien un dialecto de ésta peculiar de los judíos y con algunos hebraísmos, como el ‘yídish’ (dialecto del alemán hablado por los judíos centroeuropeos o ‘ashkenazim’), el ladino (dialecto del español hablado por los sefardíes o ‘sefaradim’) o el mughrabi (dialecto del árabe con mezcla de hebreo y de francés).
Uno de los logros más sorprendentes del sionismo ha sido el resurgimiento de la lengua y la literatura hebreas, tras un paréntesis de 2.500 años. El movimiento sionista decidió resucitar el hebreo como lengua de comunicación entre los diversos grupos de emigrantes judíos que llegaban a Israel hablando lenguas distintas.
La resurrección del hebreo fue en gran parte obra de un solo hombre, Eliezer Ben-Yehudá (1858-1922). Nacido en Lituania, a los diecisiete años tuvo una revelación: había que restaurar la nación judía en su solar ancestral y había que resucitar su antigua lengua hebrea (…). Los judíos ortodoxos de Jerusalén no estaban de acuerdo con el uso civil y político de la lengua sagrada, y pronunciaron un ‘jérem’ (excomunión) contra Ben-Yehudá. Incluso hoy en día los ‘ashkenazim’ ultraortodoxos siguen hablando en ‘yídish’ y reservan el hebreo para usos religiosos. Per poco a poco, el hebreo fue siendo adoptado primero por las escuelas judías y luego por el Estado de Israel (…).
Con la creación del Estado de Israel se han realizado “milagros” como la irrigación del desierto y la derrota militar de enemigos mucho más grandes y poderosos, pero nada iguala el prodigio taumatúrgico de la resurrección de una lengua que llevaba dos mil quinientos años muerta.
dimecres, 16 de maig del 2007
Desahogos líricos del judaísmo
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO'
"Frente al racionalismo y la seca erudición rabínica, la cábala ha apelado a la fantasía desatada"
Además de la preponderante tradición rabínica ortodoxa y de la minoritaria reflexión filosófica con pretensiones racionales, en el judaísmo han existido también corrientes irracionalistas, que han dado rienda suelta tanto a la especulación desenfrenada como al sentimentalismo, los efluvios emocionales y el escapismo, que busca remedios ilusorios y sobrenaturales a los problemas reales de los judíos. Entre estas corrientes se encuentran la cábala, el mesianismo y el jasidismo.
La cábala es el misticismo judío y la presunta sabiduría oculta de los judíos. Aunque las primera ideas cabalísticas surgieron en la antigüedad, en la Edad Media inició su desarrollo en el siglo XI y alcanzó su máximo esplendor en el siglo XIII y XIV en Sefarad [España] y en el siglo XVI en Sabed (Galilea, en lo que es ahora el norte de Israel). Frente al relativo racionalismo y la seca erudición de la tradición rabínica, que siempre ha constituido la corriente principal del judaísmo, la cábala ha apelado a la fantasía desatada, a la especulación incontrolada y a la búsqueda de lo misterioso y maravilloso, como el trono de Dios o los palacios de Dios.
El nombre de cábala (en hebreo, ‘qabbalá’, ‘lo recibido’, la tradición) alude a la doctrina esotérica recibida mediante revelación divina por ciertos santos de antaño (incluso por Abraham mismo) y transmitida luego en secreto por un grupo de discípulos privilegiados hasta nuestros días. Forma parte de la ley oral y constituye la interpretación mística tradicional de la ‘Torá’. La interpretación cabalística de la ‘Torá’, es sumamente libre y se basa en una exégesis alegórica que extrae de las palabras significados sorprendentes.
Los orígenes de las ideas cabalísticas están sin duda en la influencia gnóstica, neoplatónica y neopitagórica en algunos judíos de la antigüedad tardía, posteriores a la destrucción del templo y la diáspora. Varias de sus ideas más características se encuentran ya en el breve y denso ‘Sefer Yezirá’ (Libro de la creación), que a aparece a principios del siglo VI. El libro describe los 36 medios de que se valió Dios para crear el mundo: los diez ‘sefirot’ (o atributos divinos) y las 22 letras del alfabeto hebreo (…).
Si a la hora de la muerte el alma no ha alcanzado el nivel suficiente de mérito y perfección, volverá a la Tierra a reencarnarse en otro cuerpo y a seguir el ciclo de transmigración hasta alcanzar la pureza requerida para la unión con Dios. El paralelismo con el pensamiento indio en este punto resulta obvio (…).
"En el siglo XVII recibieron con estupor y angustia las tremendas masacres de judíos en Ucrania y Polonia; se interpretaban como signos de que la venida del mesías estaba próxima"
La cábala (…) se extendió por los numerosos ‘shetetls’ (palabra en ‘yídish’ que designa a una pequeña ciudad o aldea de judíos) de Europa Oriental. Los doctrinas místicas se mezclaban con supersticiones más crasas, las historias de ángeles, demonios y golems, los milagros, la magia, los amuletos y conjuros, etc. Parecía como si una oleada de entusiasmo por la sobrenatural fuera ya lo único que ayudara a aquellas pobres gentes a soportar la dura e inclemente realidad. Las ideas cabalísticas se entremezclaban también con la expectativa en el mesías (…).
En 1648-1649, las juderías de todo el mundo recibieron con estupor y angustia la noticia de las tremendas masacres de judíos en Ucrania y Polonia. Parecía que las tribulaciones del pueblo judío habían tocado fondo. Las matanzas se interpretaban como signos de que la venida del mesías estaba próxima. Circulaban rumores de que el mesías estaba ya reuniendo en el desierto a los ejércitos de las tribus perdidas de Israel y que estaba a punto de iniciar la reconquista del país de Israel y el restablecimiento de la monarquía de David (…).
La gran expectación suscitada por el pseudomesías (…) había dado lugar a una decepción y angustia tremendas. Todos esos judíos pobres, despreciados, traumatizados y decepcionados sentían como un gran vacío interior, un gran frío en su corazón. El movimiento que vino a llenar ese vacío y a traer un poco de calor a sus corazones fue el jasidismo o pietismo judío. El jasidismo, en su primera época, era una especie de prolongación del movimiento de falso mesianismo, que buscaba una solución rápida y drástica a los problemas que en aquel entonces aquejaban al pueblo judío, no por medio de un mesías dudoso, sino a través de la fe con corazón alegre y profundo, desprovisto de la mayor parte del intelectualismo que dominaba la religión judía (…).
Contra los ‘jasidim’ se enfrentaban los ‘mitnagdim’ (opositores), partidarios de la forma tradicional, es decir, de la vía erudita y “racionalista”, simbolizada por el estudio del ‘Talmud’, y que miraban con desprecio e indignación la grosería e ignorancia de los ‘jasidim’ (…). Sólo el gran atraso intelectual de Europa Oriental en el siglo XVIII explica la prevalencia de estos movimientos y polémicas.
No hay que olvidar que ya en el siglo anterior Spinoza había llevado la racionalización del pensamiento judío a sus últimas consecuencias, aunque su obra era completamente ignorada en los ‘shtetls’ orientales. Tampoco hay que olvidar que en Europa Occidental el siglo XVIII era la época de la Ilustración, que estaba afectando también al judaísmo, dando lugar a la ‘Haskalá’ o ilustración judía y, en definitiva, a la futura emancipación de los judíos. En cualquier caso, el jasidismo fue la variedad del judaísmo más extendida entre los ‘ashkenazim’ [judíos alemanes] de la época, y todavía pervive en Israel y Estados Unidos.
dimecres, 2 de maig del 2007
Adán es polvo animado
Tampoco hay en la Torá nada comparable al dualismo platónico que distingue y separa el alma del cuerpo. Yahvé crea una figura de arcilla del suelo, que primero carece de vida, y le insufla su aliento ('ruaj') en los agujeros de su nariz, con lo que se vuelve un ser viviente ('nefesh'). El humán es polvo, pero polvo animado, ser vivo, animal ('nefesh'). Como más tarde señala el 'Qohélet' [Eclesiastés] (12,7): "El polvo retorna a la tierra de la que salió y el aliento retorna a Elohim que se lo dio" (...).
Los fariseos y luego los rabinos posteriores creían frecuentemente en algún tipo de resurrección o inmortalidad, pero no los saduceos y otros muchos judíos. Este tema de la resurrección y la inmortalidad es prominente en el 'Talmud', hasta el que llega la influencia indirecta del platonismo. Ya en el Renacimiento, el rabino León de Módena (1571-1648) señala que le "espanta el no ser capaz de encontrar en todas las palabras de Moshé ni una sola alusión a la inmortalidad espiritual del hombre tras su muerte física".
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO' (2006)
LA BIBLIA FRENTE AL DUALISMO GRIEGO EN LA FIGURA DE YAHVÉ Y EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE SEGÚN HAROLD BLOOM
Yahvé tiene forma humana
Lo más característico del dios de los judíos era su carácter psicológico y político: era intolerante, mandón, celoso e irascible, como el cabecilla de una pandilla. Este dios mandón exigía de sus súbditos una obediencia absoluta e incondicional (...). Además, era un dios extraordinariamente celoso, que no aguantaba que nadie del pueblo de Israel rindiera culto a otros dioses. Y tan pronto se mostraba amable y misericordioso como colérico e irascible. Castigaba un poco atolondradamente, como cuando envía una peste a su pueblo que causa setenta mil muertos por un quítame allí esas pajas respecto a la convocatoria de un censo por David. Luego se da cuenta de lo desproporcionado del castigo y se arrepiente: "Yahvé se arrepintió de la desgracia y dijo al Ángel que había causado el exterminio entre el pueblo: Basta ya, detén tu mano" (Sam, 24). Cuando se dejaba llevar por la ira, era tremendamente cruel y destructivo.
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO' (2006)
dissabte, 24 de febrer del 2007
Cómo Dios se hizo asmático
Tan enigmático es Yahvé que su creación del hombre, de la mujer y del mundo puede verse como un autoexilio. Esta idea no es mía, sino de la Cábala, y podría remontarse a las primeras especulaciones gnósticas acerca de una crisis en la vida interior del creador (…). El acto mítico llamado ‘zimzum’ –el autoexilio divino- es mencionado en algunos textos cabalísticos medievales, y se convierte en crucial en la obra de Isaac Luria, el maestro del siglo XVI, que durante su estancia en Safed, en la Palestina del norte bajo gobierno turco, enseñó una Cábala gnóstica que desde entonces ha sido enormemente influyente. Shaul Magid, en ‘Beginning/Again’ (2002) argumenta que ‘zimzum’, que es una metáfora de la ‘contracción’ o ‘retirada’ de una parte de Yahvé a fin de iniciar la Creación, es un mito acerca del propio origen de Yahvé.
“Yahvé tenía problemas para respirar, y de esta manera inauguró nuestro cosmos”
El misterio de Yahvé se halla en el nombre que se da a sí mismo como presencia que puede elegir también estar ausente. Tanto en los esplendores como en las catástrofes de la historia judía hay implícito un Dios que se autoexilia cancelando su compromiso con la Alianza. ¿Es esa retirada el coste final de la Creación? (…).
‘Zimzum’ tiene que ver con un verbo que significa “contener el aliento bruscamente”. Yahvé tenía problemas para respirar, y de esta manera inauguró nuestro cosmos. Kafka observó que éramos un pensamiento de Dios en un mal día. Intentad contener el aliento todo lo que podáis: si a pesar de todo sois capaces de pensar, se os hará difícil mantener ese pensamiento.
Hay pocos momentos en la literatura tan memorables como el acto inaugural de Yahvé en Génesis 2:4-7, obra del Escritor J, más que la Creación Sacerdotal del Génesis 1 a 2:3. No estamos en Babilonia cinco siglos después, sino probablemente en el reino de Salomón, unos mil años antes de la era común:
“El día en que hizo Yahvé Dios la tierra y los cielos, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo. Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó ser el hombre un ser viviente”.
“Al crear el cosmos, Yahvé acepta ponerse límites, y enseguida manifiesta ansiedad ante lo que ha hecho”
¿Hasta qué punto es deliberado el hecho de crear a Adán de ‘adamah’, arcilla roja y polvorienta? La descripción que acabamos de hacer se parece más a la de un niño modelando una figurita de barro e insuflándole vida a continuación por arte de magia. Hemos de conjeturar los motivos de Yahvé para llevar sus ganas de jugar hasta el punto de crear un cosmos para acomodar a Adán. Al hacerlo, Dios acepta ponerse límites: el mundo que ha creado es una realidad separada de él. Esta separación puede ser considerada un aumento más que una disminución, pero enseguida Yahvé manifiesta ansiedad ante lo que ha hecho.
El Segundo Libro de Samuel, contemporáneo del Yahvista (si no obra suya también), nos cuenta que Dios concedió a los ángeles el conocer la distinción entre el bien y el mal. De algún modo, la serpiente adquirió ese conocimiento, que contribuyó a que los cristianos interpretaran erróneamente que era un ángel caído. Per no hay “de algún modo” que valga en los estallidos de ansiedad de Yahvé cuando teme que Adán, ciegamente, coma del Árbol de la Vida y se convierta así en un Elohim o ángel. Por primera vez somos conscientes de lo violentamente impredecible que es Yahvé.
Al crear al ser humano, o bien Yahvé se ha vuelto él mismo más humano, o, sin pretenderlo, ha puesto de relieve que era ya demasiado humano. ‘Zimzum’ es una ley de autorización, mediante la cual, paradójicamente, Dios multiplica mediante su contracción. No se nos dice por qué ni si Yahvé acepta que lo reduzcan, aunque desde el principio manifiesta ambivalencia hacia sus criaturas. La fuerza peculiar de la Cábala es que se aventura allá donde el Talmud y la teología filosófica no se atreven a adentrarse, la ambigua dualidad en la personalidad de Yahvé, en la que quiere que existamos pero, al mismo tiempo, le preocupa nuestra existencia.
“El Hombre Hebreo no se divide en cuerpo y espíritu”
HAROLD BLOOM, 'JESÚS Y YAHVÉ. LOS NOMBRES DIVINOS' (2006)
La Creación, según los Sabios, no tiene otro fin que el ser humano: ése es el único propósito de Yahvé. Y Yahvé muestra un enfoque monista: el Hombre Hebreo no se divide en cuerpo y espíritu, sino que es “un alma viviente”. El dualismo paulino, que con el tiempo acabará dando lugar a la separación cartesiana entre cuerpo y mente, es platónico y no judío.
Es de suponer que el Dios Padre cristiano carece de cuerpo, contrariamente a Yahvé, excepto en el mormonismo. No recuerdo ningún texto en el que Dios Padre emule los almuerzos campestres de Yahvé en Mamre o en el Sinaí. No veo mucha diferencia entre el Dios de Platón en las ‘Leyes’ y la divinidad del cristianismo, e incluso menos entre el Motor Inmóvil de Aristóteles y el supuesto Padre de Jesucristo, aunque el Dios de Aristóteles no podría preocuparse menos por nosotros mientras que la deidad cristiana sacrifica a su propio Hijo para salvarnos.
“Cualquier religión que expurgue lo “antropomórfico” también le da la espalda a Yahvé”
Una imposible descripción de Yahvé sería la de una persona sin personalidad, pero sirve para la Primera Persona de la Trinidad. El Dios de san Agustín no está tan lejos del de Plotino, que modificó la teología de Platón convirtiéndola en una doctrina del Alma del Mundo. Platón nos instaba a “liberar el alma y aislarla del cuerpo”. Plotino y Agustín obedecieron de buena gana; los Sabios rabínicos no.
'Jesús y Yahvé. Los nombres divinos' (2006)
JOAN PAU INAREJOS, 2007
Nítido en su tesis, el crítico Harold Bloom (Nueva York, 1930) defiende que hay una incompatibilidad literaria radical entre la figura de Yahvé del Antiguo Testamento y el Jesús del Nuevo Testamento. Solamente el Jesús del Evangelio de Marcos -solitario, imprevisible, iracundo- guardaría todavía un cierto parentesco con el Dios judío, de rasgos antropomórficos ("Yahvé es un guerrero" y "es humano, demasiado humano") y a la vez un Dios inasible, que se permite decir en el Sinaí: "Yo soy el que soy".
En cambio, el "suavizado" Jesús de Lucas y Mateo, y especialmente el “cósmico” y “antisemita” Jesús de Juan y el 'Jesucristo' de Pablo (constructo teológico que prescinde totalmente del Jeshua de Nazaret histórico) se alejan definitivamente del patrón judío y se enmarcan en una mentalidad helenística, donde, en un relato de resonancias mitológicas, Dios se autoinmola, algo completamente ajeno al orgullo de Yahvé (que a lo sumo "se eclipsa" o se "autoexilia", pero "nunca se suicida"), y en este cánon griego se asentará la posterior tradición cristiana
Los escritores cristianos pretenden dar cumplimiento a la profecía judía: los Evangelios y las Cartas serían un colosal "esfuerzo textual" por convertir la Biblia hebrea en el 'Antiguo' Testamento. Usurpando la fórmula yahvística, Juan hace decir a Jesús: "Antes de que Abraham existiera, yo soy". Sin embargo, Bloom sostiene que "nunca un texto da cumplimiento a otro texto" y califica la operación cristiana como "una poderosa lectura errónea" de las escrituras hebreas, coronada, eso sí, con la aceptación masiva de los fieles.
Los teólogos cristianos sustituyen el monoteísmo radical y el carácter hermético del judaísmo por un "politeísmo populista" (Dios Padre, Jesucristo, el Espíritu Santo y la Virgen María), y Bloom concluye que no cabe hablar, en propiedad, de una "tradición judeocristiana", ya que Yahvé pervive más en el Alá musulmán que en el pasivo Dios Padre celestial de los cristianos.
El profesor de Yale manifiesta su preferencia estética por el ‘Escritor J’ (redactor del Antiguo Testamento) y Marcos frente a Lucas, Mateo, Juan y Pablo. Según él, Yahvé es el personaje más memorable de la historia de la literatura y sirve como modelo para el ‘Rey Lear’ de Shakespeare, mientras que el taciturno Jesús de Marcos prefigura a Hamlet.
Pese a todo, a Bloom no le duele reconocer que Yahvé ha perdido la batalla histórica y demográfica frente a Alá y la Trinidad. El futuro de la religión, dice el crítico neoyorquino, ya no se decide en Europa sino en el continente americano (donde se perfila un ‘pentecostalismo’ o religión del Espíritu Santo con el apoyo de hispanos, afroamericanos y blancos del Sur estadounidense) y en Asia, donde se abre paso un Islam cada vez más militante.
JOAN PAU INAREJOS, 2007
dimarts, 20 de febrer del 2007
El sublime personaje Yahvé
Sabemos que, para muchos de nosotros, Yahvé sigue siendo la respuesta más precisa a la angustiada pregunta de "¿Quién es Dios?". Ni los budistas, ni los hindúes ni los taoístas estarían de acuerdo, ni tampoco muchos cristianos, musulmanes y judíos contemporáneos, pero la mía es una respuesta de crítico literario, y se basa en la fuerza y el poder de la única personalidad literaria que es más vital y memorable que Hamlet, Falstaff, Iago y Cleopatra.
Para traducirlo en términos religiosos, diría que el Yahvé de J ['El escritor J', redactor de la Biblia hebrea] es la representación más convincente de esa 'otredad' trascendente que me he encontrado nunca. Y no obstante, Yahvé no es sólo "antropomórfico" (¡qué palabra tan absurda!), sino totalmente humano, y no es un tipo nada agradable, ¿por qué iba a serlo? No se presenta a ningún cargo, ni busca la fama, ni pretende que los medios de comunicación lo traten bien. Si el cristianismo insiste en que Jesucristo es la buena nueva (un aserto que la brutalidad de los cristianos a lo largo de la historia ha invalidado), entonces Yahvé es la mala nueva encarnada, y la Cábala nos dice que sin duda tiene un cuerpo, y que es enorme. Es algo terrible caer en manos del Yahvé vivo.
No pretendo blasfemar ni ironizar, sino ofrecer tan sólo nuevas perspectivas. Amar a Jesús es una moda americana, pero amar a Yahvé es una empresa quijotesca, y mal dirigida, pues se niega a conocer todos los hechos. Puedes respetar a Próspero, y obedecerle, como aprenden a hacer todos los personajes de 'La tempestad', pero sólo Miranda le ama, pues para ella ha sido padre y madre. En los Evangelios (excluyendo el de Juan), Yahvé es el padre de Jesús sólo en la medida en que Abraham lo fue de Isaac, en la sencilla analogía de la Aqedah ["átame"], el casi sacrificio del niño como ofrenda a Dios.
divendres, 19 de gener del 2007
Cómo nacen las ideas del judaísmo

En cada localidad de Mesopotamia donde había exiliados yahvistas -donde había judíos-, éstos se reunirían frecuentemente para leer o escuchar la lectura de la Torá, para comentarla, para cantar himnos a Yahvé y para animarse unos a otros, manteniendo vivo el recuerdo de su alianza con Yahvé. Ya que no podían ofrecer sacrificios a su dios, le ofrecían al menos sus palabras, sus plegarias, su música y sus canciones.
Reunión o congregación se dice en griego 'synagogé'. de ahí viene el nombre de "sinagoga" con que se conoce tanto la reunión de la comunidad judía local como el edificio en que tal reunión tiene lugar. En la antigüedad el templo -incluído el de Jerusalén- era la casa de un dios, en que se le cuidaba, se le rendía culto y, en especial, se le daba de comer, mediante la ofrenda de sacrificios comestibles. En el interior del templo sólo penetraban los sacerdotes, que tenían acceso directo a dios. El pueblo permanecía fuera. La sinagoga, por el contrario, era un lugar de reunión para los fieles, para la comunidad creyente, y en ella no habitaba el dios ni se ofrecían sacrificios. La sinagoga -surgida en el exilio de Babilonia como respuesta de los judíos a la pérdida del templo- es también el precedente de las posteriores iglesias cristianas y mezquitas islámicas.

Durante los dos siglos de teocracia yahvista bajo tutela política persa [siglos VI aC-IV aC], la influencia cultural de la religión de los persas se hizo sentir sobre el judaísmo, como era de esperar. En los textos de esa época aparecen por primera vez temas típicos de la religión mazdeísta, pero completamente ajenos al yahvismo preexílico, tales como la figura de Satán, las jerarquías de ángeles y demonios, el juicio final y la inmortalidad del alma.
En el Iyyob (Job) y en el Dibré ha-yamin (Crónicas) aparece Satán como el adversario de Dios y factor del mal, en claro reflejo de la concepción dualista persa. A la idea de un Satán opuesto a Dios se une la de un juicio final y una vida después de la muerte, con premios para los humanes que en esta vida hubieran estado con Dios y castigos para los que hubieran estado con Satán. Estas ideas persas, a través del judaísmo, acabarían pasando al cristianismo y al islam.
JESÚS MOSTERÍN: 'LOS JUDÍOS. HISTORIA DEL PENSAMIENTO', 2006 / fotos: GRAN SINAGOGA DE FLORENCIA Y 'SATÁN CONTAGIANDO LAS ÚLCERAS MALIGNAS A JOB', DE WILLIAM BLAKE, 1826