dilluns, 21 de juliol del 2014

Ave César, los que se extinguirán te saludan

por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6,5

En el reino natural se suceden especies cada vez más inteligentes que las anteriores, pero en las sagas cinematográficas no siempre ocurre lo mismo. Muchas veces se va a peor, y otras tantas se avanza a trompicones o a fogonazos.

'El planeta de los simios' es un buen ejemplo de esta deriva zigzagueante de los clásicos. La que fue obra maestra de la ciencia-ficción (1968) primero involucionó estrepitosamente con el remake moderno perpetrado por Tim Burton (2001). Después mutó en una precuela de contenido interesante pero de nula chispa humana (2011). Y ahora se yergue tímidamente con una continuación quizá previsible, pero muy, muy resultona. Y con sugerentes apuntes de fondo.

Si la película de 2011, dirigida por Rupert Wyatt nos mostraba las terroríficas consecuencias de un experimento científico que llevaba los simios a tomar la ciudad de San Francisco y de ahí el planeta entero, ahora Matt Reeves retoma aquel punto de partida y nos sitúa unos pocos años después, en un mundo postapocalíptico donde animales y bípedos deberán pelear por un trozo de tierra.

Una vez más, el chimpancé César reina holgadamente sobre un reparto de escaso interés humano. El caudillo de la civilización simiesca, animado por el formidable actor Andy Serkins, no tiene rival en la bancada humana. Quizá exceptuando a Jason Clarke, que da vida un atípico antihéroe de acción, cuesta encontrar brillo en los demás rostros sapiens, y duele que entre ellos se encuentre el de Gary Oldman. De nuevo, el Óscar se lo damos al mono.

Dice el adagio que nuestra especie es la única que tropieza dos veces con la misma piedra, y Reeves hace lo propio repitiendo exactamente los mismos fallos que su antecesor. En efecto, los personajes humanos siguen sin tener carisma y al relato le falta alma y emoción a pesar de contar con un buen guion. Sin embargo, su película se luce más y es más compacta que la anterior. ¿Por qué? Porque evita los rodeos y centra todos sus esfuerzos en construir un relato vibrante alrededor de la lucha de tribus, con más protagonismo visual para los reyes peludos de la función.

Además de los rostros digitalizados, magnífico el de César, intimidatorio el del villano Koba, las escenas bélicas protagonizadas por los simios derrochan espectáculo. Véase el asalto a caballo, arrollador, en medio del fragor de las llamas. Más ritmo, más cohesión, más physismás fuerza iconográfica, es lo que aporta esta nueva incursión al planeta de los simios, con el aroma de las parábolas clásicas sobre indios y colonos.

Pero Reeves rehúye la moraleja fácil y corona su epopeya con un resoplido desesperanzado, una suerte de universalismo triste, al concluir que no hay civilizaciones mejores que otras. La humanidad diezmada y las bestias evolucionadas se codean en grandezas y miserias. El bien y el mal no están en ningún bando, sino en el corazón de todos sus miembros. Lástima que este desenlace lúcido, apenas esbozado, no tenga un correlato visual a la altura de aquel Charlton Heston abatido frente a la Estatua de la Libertad.

‘EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS’, DE MATT REEVES
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