por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5
“Formentera no es como en el anuncio”. De este modo, sin anestesia ni crema solar (enseguida comprobaremos que los protagonistas no la necesitan), se presenta el primer y provocador largometraje del director Alfredo Montero... y si lo dice un nativo de la isla como él habrá que creerle. Desde luego, su thriller angustioso y claustrofóbico es lo más opuesto a un publirreportaje para animar las visitas de sol y relax. ¿El cine español, contraprogramando la temporada turística? En Halcón Viajes y Trasmediterránea aún deben de estar recuperándose del susto.
El título no engaña: una de las cuevas agrestes y laberínticas de la pitiusa menor, l'últim paradís de la Mediterrània, es el escenario elegido para una tortura física y psíquica prolongada, adictiva, casi sin precedentes en el cine patrio, cuyos detalles conviene no desvelar aquí. Las víctimas, como siempre, son jóvenes en busca de placer y diversión, y lo que empieza como un clásico anuncio de Estrella Damm —sol, camaradería, vacaciones— termina en un cruce siniestro entre 'Rec' y 'Buried'.
Al igual que los creadores del vecindario zombi, y más fiel todavía al canon iniciado por 'El proyecto de la bruja de Blair' (1999), Montero opta por el estilo de falso documental o metraje encontrado (found footage) y carga la cámara sobre el hombro de uno de los personajes para que vivamos y suframos con ellos todo lo indecible. Si el punto de vista es desasosegante, qué no decir del espacio en el que se desenvuelve la acción, teniendo en cuenta que el 80% de lo que vemos está rodado bajo tierra. Subjetividad y claustrofobia, una coalición de infarto.
Sin llegar al entierro en vida de Rodrigo Cortés, esa prisión de estalactitas no deja de tener algo de mortuorio, y podemos sentir en nuestros propios huesos la humedad y el agobio de sus múltiples recovecos. Sin necesidad de invocar brujas del bosque ni contagios sobrenaturales, Montero desarrolla una sola idea con acierto y coherencia, y el resultado final rezuma radicalidad. Al igual que los protagonistas penetran hasta el fondo de la cueva, también el director lleva hasta las últimas consecuencias su pesadilla subjetiva. Y hasta aquí podemos leer.
Más valiente que original, más arrojada que revolucionaria, 'La cueva' ofrece terror hiperrealista, magníficamente facturado y servido, y cuenta a su favor con unos actores entregados a la causa, con mención especial para las féminas del elenco, tanto la joven Marta Castellote como la sufrida Eva García Vacas (se aceptan lecturas feministas de la historia). Quien haya visto otras odiseas de supervivencia puede intuir por dónde irán los tiros, sólo que aquí se enfatizan los flecos menos heroicos de la conducta humana. Porque sí: lo más terrorífico de la historia es humano, demasiado humano.
‘LA CUEVA’, DE ALFREDO MONTERO
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