El mono gramático (1974)
las cosas se mueren para que vivan los nombres
los nombres les chupan los tuétanos a las cosas, las cosas se mueren sobre esta página pero los nombres medran y se multiplican, las cosas se mueren para que vivan los nombres.
no hay palabras donde reclinarse
no hay nada sólido en el universo, en todo el diccionario no hay una sola palabra sobre la que reclinar la cabeza, todo es un continuo ir y venir de las cosas a los nombres de las cosas.
el paraíso es tener nombre propio
Todos merecen (merecemos) un nombre propio y nadie lo tiene. Nadie lo tendrá y nadie lo ha tenido. Ésta es nuestra verdadera condenación, la nuestra y la del mundo. Y en esto consiste lo que llaman los cristianos el estado de “naturaleza caída”. El paraíso está regido por una gramática ontológica: las cosas y los seres son sus nombres y cada nombre es propio.
escribir y leer: doble abolición
Por la escritura abolimos las cosas, las convertimos en sentido; por la lectura, abolimos los signos, apuramos el sentido y, casi inmediatamente, lo disipamos: el sentido vuelve al amasijo primordial.
algaraniñas y pajarabías
algarabías de niños y pájaros, algaraniñas y pajarabías
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