por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6
Nota: 6
Antes de que pudiéramos comprar lo que necesitábamos con un solo clic, había gente que se empeñaba en vendernos lo que no necesitábamos a base de impactos catódicos y sonrisas impostadas. Se llamaba teletienda. Y por lo visto tenía sus estrellas. Gente que te colaba como nadie las virtudes de la fregona suberabsorbente, del cinturón antimichelines o de la multi-maxi-tostadora-freidora-taladradora. Era el siglo XX. El capitalismo no ha terminado (todavía) con esta forma cansina y aborrecible de comercio, pero le ha dedicado una película, así que, como mínimo, empieza a ser vintage.
La teletienda, los culebrones y las líneas de contactos de los años 80 y 90 ponen el telón de fondo a esta peculiar comedia biográfica, cuyo título, cartel y reparto nos ha hecho salivar durante meses. El tridente Jennifer Lawrence-Bradley Cooper-Robert de Niro fue tan arrollador en ‘El lado bueno de las cosas’ (‘Silver linings playbook’) que su reencuentro auguraba grandes alegrías. David O. Russell se ha fijado en un material singular, desde luego -la historia real de la inventora Joy Manglano-, pero el resultado no está a la altura de aquel estrambótico y encantador romance protagonizado por desequilibrados mentales. Es como cuando te llega el cinturón antimichelines a casa y te das cuenta que no es lo que parecía. A grandes expectativas, grandes decepciones.
‘Joy’ tiene un arranque prometedor. Russell nos sitúa en un hogar de seres disfuncionales que se reparten sus miserias por metros cuadrados. La llegada del padre cascarrabias (Robert de Niro) complica todavía más la cohabitación en este micromundo proletario, gritón y conflictivo, donde la abuela (Diane Ladd) quizá es la única que pone un poco de sensatez. Joy (Jennifer Lawrence) deberá apañárselas para llevar adelante la familia y ejercer simultáneamente de psicóloga, gestora doméstica, empresaria y madre coraje. Todo ello con el recelo indisimulado de un padre impresentable, una hermana arrogante y una madrastra despótica (Isabella Rossellini). Algo así como la Cencienta en una barriada de Long Island.
En vez de sostener en el tiempo este inspirado caos doméstico, como hizo en la subestimada ‘Silver linings playbook’, Russell abandona rápidamente la comedia de enredos y pone el acelerador de su fábula sobre el sueño americano. Los vicios del biopicensalzador no tardan en aflorar. Mujer con un anhelo, mujer que supera los obstáculos, mujer que se enfrenta a hombres soberbios y bribones. Aquellos personajes que componía Julia Roberts por la época de ‘Erin Brockovich’ y que Jennifer Lawrence puede recrear sin pestañear, con sus característicos modos de muchacha dura de pelar. Bravo por Jennifer, de nuevo la reina de la función, pero regular por la película, que nunca parece suficientemente divertida, dramática o inteligente, por querer ser demasiado divertida, dramática e inteligente. Definitivamente, la tostadora no era ninguna maravilla.
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