dissabte, 17 de maig del 2014
Goethe y la felicidad
dijous, 26 de setembre del 2013
Gran Hermano: de Orwell a Telecinco
dissabte, 23 d’octubre del 2010
Liberté, egalité, pero sobre todo sécurité
ZYGMUNT BAUMAN
Pero actualmente nuestro mundo padece claustrofobia, cada vez más repleto de competidores. La protección de lo que ya tenemos está a la orden del día, más que la persecución de lo que todavía no tenemos. La seguridad se está desplazando, despacio aunque de manera constante, hacia el lugar que hasta hace poco ocupaba la libertad: "Asegurémenos de que nadie nos quita lo que ya hemos conseguido, más que preocuparnos de conseguir más" se convierte en el lema del día.
La "seguridad" se eleva a valor supremo. Los Gobiernos buscan legitimar su poder a través de la demostración de su dureza con la criminalidad, la inmigración o el terrorismo.
dimarts, 23 de març del 2010
Diu Zygmunt Bauman...



física ja no ensopega amb
la distància espiritual"
dijous, 7 de gener del 2010
Multiculturals, uns més que altres
JOAN PAU INAREJOS
Em desconnecto
dilluns, 4 de juny del 2007
Chateando
ZYGMUNT BAUMAN
“Por medio del chat, la introspección es reemplazada por una interacción frenética” donde “el que deja de hablar queda fuera”
El ideal de “conexión” se debate por aprehender la difícil y desconcertante dialéctica entre dos impulsos irreconciliables. Promete una navegación segura (al menos no fatal) entre los arrecifes de la soeldad y del compromiso, entre el flagelo de la exclusión y la férrea garra de los lazos asfixiantes, entre el irreparable aislamiento y la atadura irrevocable.
‘Chateamos’ y tenemos “compinches” con quienes ‘chatear’. Los compinches, como bien lo sabe cualquier adicto, van y vienen, aparecen y desaparecen, pero siempre hay alguno en línea para ahogar el silencio con “mensajes”. En la relación de “compinches”, el ir y venir de los mensajes, la ‘circulación’ de mansajes, ‘es el mensaje’, sin que importe el contenido. Tenemos pertenencia… al constante flujo de palabras y oraciones inconclusas (abreviadas, por cierto, truncadas para acelerar la circulación). Pertenecemos al habla, no a aquello ‘de lo cual’ se habla (…).
Tal como lo expresó admirablemente Chris Moss (…), por medio de “el chat por Internet, los teléfonos móviles, los mensajes de texto”, “la introspección es reemplazada por una interacción frenética y frívola que expone nuestros secretos más profundos al lado de nuestra lista de compras (…). La unión sólo se mantiene gracias a nuestra charla, nuestro llamado telefónico, nuestros mensajes de texto. El que deja de hablar queda fuera. El silencio es igual a la exclusión. ‘Il n’y a pas dehors du texte’, por cierto –no hay nada fuera del texto-, aunque no en el sentido en el que lo dijo Derrida…
ZYGMUNT BAUMAN, ‘AMOR LÍQUIDO. ACERCA DE LA FRAGILIDAD DE LOS VÍNCULOS HUMANOS (2003)
Mini-créditos de amor
ZYGMUNT BAUMAN
“Cuanto menos invierta en la relacion, tanto menos inseguro se sentirá en futuras fluctuaciones"
Una “relación de bolsillo” es la encarnación de lo instantáneo y lo descartable. Pero su relación no adquirirá esas maravillosas cualidades si no se han cumplido previamente ciertas condiciones (…).
Primera condición: debe embarcarse con total conciencia y claridad. Recuerde, nada de “amor a primera vista”. Nada de ‘enamorarse’… Nada de esas súbitas mareas de emoción que lo dejan sin aliento: nada de esas emociones que llamamos “amor” ni de ésas a las que sobriamente denominamos “deseo”. Usted no debe permitir que ninguna emoción lo embargue ni conmueva y, sobre todo, no debe permitir que nadie le arrebate la calculadora de la mano. Y no se deje confundir con respecto a la relación en la que está por embarcarse, en cuanto a lo que no es y nunca será.
La conveniencia es lo único que cuenta, y la conveniencia debe evaluarse con la mente clara, y no con un corazón cálido (por no hablar de un corazón ardiente). Cuanto más pequeño sea su préstamo hipotecario, tanto menos inseguro se sentirá cuando se vea expuesto a las fluctuaciones del futuro mercado inmobiliario; cuanto menos invierta en la relacion, tanto menos inseguro se sentirá cuando se vea expuesto a las fluctuaciones de sus propias emociones futuras.
ZYGMUNT BAUMAN, ‘AMOR LÍQUIDO. ACERCA DE LA FRAGILIDAD DE LOS VÍNCULOS HUMANOS (2003)
Siempre puedo desconectarme
Dicen los consejeros: “Si quiere que su relación sea plena, no se comprometa ni exija compromiso”
Ulrich, el héroe de la gran novela de Robert Musil, era –tal como anunciaba el título de la obra- ‘Der Mann ohne Eigenschaften’: el hombre sin atributos. Al carecer de atributos propios, ya fueran heredados o adquiridos irreversiblemente y de manera definitiva, Ulrich debía desarrollar, por medio de su propio esfuerzo, cualquier atributo que pudiera haber deseado poseer, empleando para ello su propia inteligencia e ingenio; pero sin garantías de que esos atributos duraran indefinidamente en un mundo colmado de señales confusas, con tendencia a cambiar rápidamente y de maneras imprevisibles (…).
Un consejero experto informa a los lectores de que “al comprometerse, por más que sea a medias, usted debe recordar que tal vez esté cerrándole la puerta a otras posibilidades amorosas que podrían ser más satisfactorias y gratificantes”. Otro experto es aún más directo: “Las promesas de compromiso a largo plazo no tienen sentido… Al igual que otras inversiones, primero rinden y luego declinan”. Y entonces, si usted quiere “relacionarse” será mejor que se mantenga a distancia; si quiere que su relación sea plena, no se comprometa ni exija compromiso. Mantenga todas sus puertas abiertas permanentemente.
Si uno les preguntara, los habitantes de Leonia, una de las “ciudades invisibles” de Italo Calvino, dirían que su pasión es “disfrutar de cosas nuevas y diferentes”. De hecho, cada mañana “estrenan ropa nueva, extraen de un refrigerador último modelo latas sin abrir, escuchando los últimos ‘jingles’ que suenan desde una radio de última generación”. Pero cada mañana “los restos de Leonia de ayer esperan el camión del basurero”, y uno tiene derecho a preguntarse si la verdadera pasión de los leonianos no será, en cambio, “el placer de expulsar, descartar, limpiarse de una impureza recurrente”. Si no es así, por qué será que los barrenderos son “bienvenidos como ángeles” aun cuando su misión está “rodeada de un respetuoso silencio”. Es comprensible: “una vez que las cosas han sido descartadas, nadie quiere volver a pensar en ellas”.
Pensemos…
¿Los habitantes de nuestro moderno mundo líquido no son como los habitantes de Leonia, preocupados por una cosa mientras hablan de otra? Dicen que su deseo, su pasión su propósito o su sueño es “relacionarse”. Pero, en realidad, ¿no están más bien preocupados por impedir que sus relaciones no cristalicen y se cuajen? ¿Buscan realmente relaciones sostenidas, tal como dicen, o desean más que nada que esas relaciones sean ligeras y laxas, siguiendo el patrón de Richard Baxter, según el cual se supone que las riquezas deben “descansar sobre los hombros como un abrigo liviano” para poder “deshacerse de ellas en cualquier momento”? En definitiva, ¿qué clase de consejo están buscando realmente? (…)
“Se espera que las posibilidades románticas fluctúen cada vez con mayor velocidad” y eso, “antes una aventura gozosa, se convierte en un deber agotador”
Las conexiones son “relaciones virtuales”. A diferencia de las relaciones a la antigua (por no hablar de las relaciones “comprometidas”, y menos aún de los compromisos a largo plazo), parecen estar hechas a la medida del entorno de la moderna vida líquida, en la que se supone y espera que las “posibilidades románticas” (y no sólo las “románticas”) fluctúen cada vez con mayor velocidad entre multitudes que no decrecen, desalojándose entre sí con la promesa “de ser más gratificante y satisfactoria” que las anteriores”. A diferencia de las “verdaderas relaciones”, las “relaciones virtuales” son de fácil acceso y salida. Parecen sensatas e higiénicas, fáciles de usar y amistosas con el usuario, cuando se las compara con la “cosa real”, pesada, lenta, inerte y complicada. Un hombre de Bath, de 28 años, entrevistado en relación con la creciente popularidad de las citas por Internet en desmedro de los bares de solos y solas y las columnas de corazones solitarios, señaló una ventaja decisiva de la relación electrónica: “uno siempre puede oprimir la tecla ‘delete’” (…).
Seguir en movimiento, antes un privilegio y un logro, se convierte ahora en obligación. Mantener la velocidad, antes una aventura gozosa, se convierte en un deber agotador. Y sobre todo, la fea incertidumbre y la insoportable confusión que supuestamente la velocidad ahuyentaría, aún siguen allí. La facilidad que ofrecen el descompromiso y la ruptura a voluntad no reducen los riesgos, sino que tan sólo los distribuyen, junto con las angustias que generan, de manera diferente (…)
‘Der Mann ohne Eigenschaften’ –el hombre sin atributos- de la modernidad temprana ha madurado hasta convertirse en (¿o ha sido desplazado por?) ‘Der Mann ohne Verwandtschaften’, el hombre sin ataduras.
ZYGMUNT BAUMAN, ‘AMOR LÍQUIDO. ACERCA DE LA FRAGILIDAD DE LOS VÍNCULOS HUMANOS (2003)
dimecres, 14 de desembre del 2005
Olvida, ¡rápido!

En la sociedad agraria, antes de que fuéramos modernos, no sobraba nada: la basura era abono. Tampoco sobraba nadie: todos tenían algo que ofrecer y bastaba con empuñar la azada o saber recoger fruta para que todos tuvieran un plato en la mesa.
Todos tenían algo que hacer.
Pero llegó la modernidad y la minería y la industria, que ya no reciclan ni integran, sino que generan basura material y basura humana. Si no les sirves para producir, eres un parado y, junto con los enfermos y ancianos, devienes estorbo. Hoy todos estamos o produciendo basura o en trance de convertirnos, tarde o temprano, en basura humana.
Y fabricamos coches que seis meses después de salidos de fábrica son viejos.
Porque la lógica de la modernidad es generar desperdicios, una lógica que culmina en la histeria de la moda y que te obliga a tirar ropa o muebles en perfecto estado.
Porque ya no son modernos.
Porque la modernización siempre es compulsiva, no es racional, aunque la disfracen de razonable cuando nos la venden o nos la imponen. Los que mandan siempre están creando un nuevo orden moderno que sustituirá al anterior siempre anticuado.
¿Quién gana al imponer ese afán?
La modernización compulsiva afianza el dominio de una minoría que decide la modernidad. Al imponer el cambio del sistema, esta minoría deja fuera a los que no encajan por demasiado viejos o demasiado jóvenes, o demasiado tontos o demasiado listos...
¿Puedes sobrar por ser demasiado listo?
La cultura hoy no consiste en la capacidad de aprender sino en la habilidad para olvidar. Si no olvidas rápidamente lo que sabes para aprender lo nuevo, te conviertes en redundante y estarás en la lista de despedidos del próximo expediente de crisis. Así que es mejor olvidar lo que sabes.
¿Lo aprendido puede llegar a estorbar?
¿Acaso no es un estorbo para una empresa el trabajador que se empeña en hacer algo con perfección artesana? ¿No sería un engorro para una fábrica de coches que un equipo fabricara uno que durara toda la vida? ¡Si lo que quieren es vender! La calidad molesta.
Se impone la fungibilidad planificada.
Esa mentalidad de la sociedad líquida en la que vivimos también se ha contagiado a la pareja: antes tu pareja era lo más sólido en tu existencia. Hoy el afán modernizador convierte a tu pareja en algo que también queda desfasado cada temporada. El matrimonio de por vida está anticuado y se impone un matrimonio con contrato basura.
Media nación se divorcia de la otra media.
Y así convierte todavía en más precario el equilibrio vital: a nuestro alrededor esa modernización espasmódica transforma todo en pasajero, en líquido. El medio ambiente forma parte de lo antiguo y destinado a desaparecer, a ser basura, y en la basura los humanos vivimos sujetos a relaciones sin garantías... Empezando por las laborales.
Sin compromiso.
Si me haces ganar dinero o placer, te mantengo, si no, te echo y punto. La noción de compromiso, que era el eje de la confianza mutua, se ha convertido en paleolítica, porque dificulta esa modernización compulsiva. Y esa falta de compromiso genera también en la pareja y en la familia personas redundantes: gente que sobra por doquier. Todos sobramos o algún día sobraremos.
¿Qué hacer con tanta gente sobrante?
Cuando comenzó la modernidad, los problemas locales en la metrópolis causados por esos seres redundantes - el parado, el inválido, el alcohólico, el delincuente, la puta vieja, la mujer abandonada y sola, el loco, el desviado político...- eran resueltos de modo global: la basura humana se enviaba a colonias.
Así nacieron América y Australia.
El hispano muerto de hambre hacía las Américas o el presidiario galés era desterrado a Australia. ¿Pero dónde facturar hoy a todos esos sobrantes humanos?
Zygmunt BAUMAN entrevistado por Lluís AMIGUET, 'La Vanguardia', 13/12/05
dilluns, 5 de juliol del 2004
La modernidad líquida
Zygmunt Bauman: “Es tiempo de precariedad”
Acuñador de una feliz metáfora sobre la contemporaneidad, la “modernidad líquida”, Zygmunt Bauman aparece hoy como uno de los más lúcidos pensadores de un presente convulso. Una entrevista nos acerca al pensamiento de este sociólogo de origen polaco, un defensor de la esperanza frente al optimismo.
DANIEL GAMPER - 12/05/2004
Zygmunt Bauman (1925) nació en Polonia en una humilde familia judía con la que emigró a la Unión Soviética tras la ocupación nazi. Tras su paso por el ejército polaco en el frente ruso, fue profesor en la Universidad de Varsovia hasta que con motivo de una campaña antisemita emigró al Reino Unido en donde aún vive.
Usted afirma que nuestra época es la de lo líquido, que vivimos en la modernidad líquida. ¿Por qué?
Durante mucho tiempo intenté captar los rasgos característicos de esta época y ahí surgió el concepto de lo líquido. Es un concepto positivo, no negativo. Como dice la enciclopedia, lo fluido es una sustancia que no puede mantener su forma a lo largo del tiempo. Y ese es el rasgo de la modernidad entendida como la modernización obsesiva y compulsiva. Una modernidad sin modernización es como un río que no fluye. Lo que llamo la modernidad sólida, ya desaparecida, mantenía la ilusión de que este cambio modernizador acarrearía una solución permanente, estable y definitiva de los problemas, la ausencia de cambios. Hay que entender el cambio como el paso de un estado imperfecto a uno perfecto, y el estado perfecto se define desde el Renacimiento como la situación en que cualquier cambio sólo puede ser para peor. Así, la modernización en la modernidad sólida transcurría con la finalidad de lograr un estadio en el que fuera prescindible cualquier modernización ulterior. Pero en la modernidad líquida seguimos modernizando, aunque todo lo hacemos hasta nuevo aviso. (…) En pocas palabras: la modernidad sólida fundía los sólidos para moldearlos de nuevo y así crear sólidos mejores, mientras que ahora fundimos sin solidificar después.
¿Qué consecuencias tiene esta inestabilidad para la sociedad y los individuos?
El sentimiento dominante hoy en día es lo que los alemanes llaman “Unsicherheit”. Uso el término alemán porque dada su enorme complejidad nos obliga a utilizar tres palabras para traducirlo: incertidumbre, inseguridad y vulnerabilidad. Si bien se podría traducir también como “precariedad”. Es el sentimiento de inestabilidad asociado a la desaparición de puntos fijos en los que situar la confianza. Desaparece la confianza en uno mismo, en los otros y en la comunidad.
¿Cómo se concreta esta precariedad?
En primer lugar como incertidumbre: tiene que ver con la confianza en las instituciones, con el cálculo de los riesgos en que incurrimos y del cumplimiento de las expectativas. Pero para calcular correctamente estos riesgos se necesita un entorno estable, y cuando el entorno no lo es entonces se da la incertidumbre. (…) Para establecer estas relaciones son necesarias por lo menos dos personas, pero para romperlas basta con uno. Esto nos mantiene en un estado de inquietud, ya que no sabemos si a la mañana siguiente nuestro compañero habrá decidido que ya no quiere saber nada más de nosotros. El tercero es el problema de la vulnerabilidad, de la integridad corporal, y de nuestras posesiones, de mi barrio y de mi calle.
¿En qué medida la amenaza terrorista determina esta inseguridad?
El terrorismo es el último factor que se ha añadido para aumentar esta vulnerabilidad. Pero antes existía el miedo de la clase baja, el miedo del inmigrante que ha abandonado su tierra y ya no se siente acogido en ningún lugar. (…) A esto hay que añadir el creciente número de pánicos a los que nos vemos sometidos: envenenamiento de las substancias, del aire, la comida, los cigarrillos. Lo que hoy es sano mañana puede ser tóxico, mortal. ¿Cómo es posible estar seguro de algo en un mundo así? Se confirma así la sospecha de que el punto neurálgico de la precariedad ha pasado a ser la vulnerabilidad.
Pero, ¿no encontramos ningún elemento estable en la modernidad líquida?
En la modernidad líquida la única entidad que tiene una expectativa creciente de vida es el propio cuerpo. La modernidad sólida confiaba en que más allá de la brevedad de la existencia humana se encontraba la sociedad imperecedera. ¿Quién diría algo semejante hoy en día? Yo mismo tengo 78 años y, sólo durante mi estancia en el Reino Unido, he vivido en cuatro sociedades completamente distintas y eso sin moverme del mismo lugar: eran las cosas a mi alrededor las que cambiaban. Así pues, yo soy el elemento más imperecedero de mi biografía. A este fenómeno lo denomino la crisis del largo plazo: el único largo plazo es uno mismo, el resto es el corto plazo.
¿Qué hemos ganado con el advenimiento de la modernidad líquida?
Libertad a costa de seguridad. Mientras que para Freud gran parte de los problemas de la modernidad provenían de la renuncia a gran parte de nuestra libertad para conseguir más seguridad, en la modernidad líquida los individuos han renunciado a gran parte de su seguridad para lograr más libertad. (...)
Zygmunt Bauman,
entrevistado por Daniel Gamper
dissabte, 3 de juliol del 2004
Esperanza a falta de optimismo
Zygmunt Bauman,
entrevistado por Daniel Gamper