JOAN PAU INAREJOS
Esta crisis no es un mero crash económico, sino un momento crucial en la historia de la cultura. Así lo sostiene Vicente Verdú en el El capitalismo funeral (2009), un atestado donde se constata hasta qué nivel de espasmo e inmaterialidad había llegado el cuerpo (¿difunto?) del sistema económico y su irradiación en la mentalidad y las formas de vida.Así en Wallstreet como en el Messenger, en los despachos inmobiliarios como en el consumo, las grandes inversiones se hacían en experiencias y especulaciones antes que en productos y bienes contantes y sonantes. En este capitalismo virtual o "de ficción", la tensión, el dolor y los requerimientos morales han sido borrados, la vida se ha convertido en un videojuego libre y horizontal donde el único que muere es el avatar o doble imaginario.
Como utopía tras el colapso de la espiral neobarroca al que nos ha conducido la crisis, Vicente Verdú apela a un viaje de retorno a la realidad, un regreso a la materia profetizado casi en clave evangélica: dice el físico Joâo Magueijo que la luz, -rápida e intangible como el capitalismo financiero-, se irá solidificando a lo largo de millones de años hasta encarnarse en una inalterable pulpa o piedra filosofal. Entonces las especulaciones y recalificaciones infinitas se habrán acabado para siempre y el valor de verdad estará al alcance de nuestros dedos. Amén.
VICENTE VERDÚ
"Las guerras -como la crisis- estallan por una chispa, sea el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo o las hipotecas subprime"
Parecerá exagerado, pero el desafecto por el prolongado periodo de prosperidad en los comienzos del siglo XX explicaría, en gran medida, la amplia popularidad de que gozó la Gran Guerra durante sus inicios, lo que a su vez ayudó a condicionar la forma, la duración y la intensidad de su desarrollo.
Las guerras -como la crisis- estallan por una chispa, sea el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo o las hipotecas subprime, pero algo va anunciando que la gran explosión se halla cerca y será inevitable de un momento a otro, tal como el desorbitado precio de los pisos o los corruptos campos de golf deshaciendo las huertas como plagas hacían presagiar (...).
La Humanidad, que con Homero había sido objeto de contemplación para los dioses olímpicos, ha venido a ser la noticia bomba para ella misma. Su alienación, del sí misma para sí misma, ha alcanzado ese grado que la hace convertir su propia destrucción en una sensación desgraciada pero de máxima calidad teatral. Éstas son las palabras aproximadas de Walter Benjamin hace medio siglo, pero hoy, con el capitalismo revestido de millones de pantallas, la realidad se contempla a través de miles de imágenes y ya nada que importe realmente dejará de ser objeto de una autopsia espectacular (...)
Habitábamos de este mundo un reino, donde, convalidada la verdad por la falsificación, la especulación pasaba a ser un natural modo de vida. En este juego ocurría lo mismo que con el sexo, ahora transformado en género. Con el sexo podía hablarse del modelo masculino y del modelo femenino como polos de definición, pero bajo el reino del género podían entrar todos los grados y mixturas hasta parecer de poco gusto caracteritzar a alguien como hombre/hombre o mujer/mujer. El título se crea imaginativamente sin que exista una realidad anterior. Todos seríamos fusiones, creaciones culturales, construcciones permeables, propensas a la mixtura y la transfiguración.
En la vastedad del mundo se asienta nuestra ciudad, y en la ciudad, entre un anonimato de construcciones, el lugar del domicilio. Dentro de cada casa hay un rincón donde agazaparse todavía, al fin de ese reducto, aparece la pantalla del ordenador, el último alvéolo de la intimidad. La intimidad que antes se confiaba a un oído elegido pasa hoy a los salones del ciberespacio (a la llamada "extimidad"), y millones de usuarios cuelgan allí sus secretos, desatan sus inhibiciones o muestran su privacidad (...). Un mundo así, tan especulativo, no lo habíamos conocido nunca y sólo lo habíamos supuesto como el posible paraje al que advendríamos después de muertos, entre la fecha de la esquela y el juicio final, en cuyo periodo las almas, desprovistas de cualquier peso, se relacionarían como cuerpos cero.
Más amabilidad, más humor, más compasión, más empartía, buenas maneras, más conocimientos y curiosidades, educación para relacionarse, para saber triunfar y fracasar, para aprender a vivir y a morir, para ser feliz sin culpa, disfrutar del placer sin remordimientos, para disfrutar del otro diferente, para vindicar un quehacer múltiple, profesional y personal. Ser personas de calidad. Y tratar de hacer de la vida un juego frente a la tabarra de hacerla trascendente. Los videojuegos precisamente, tan satanizados todavía, enseñan a tomar la vida y la muerte como parte del mismo juego: todo el posible daño de los videojuegos violentos se compensa con esta liberación del yo que muere y sólo muere el personaje, siendo yo el Testigo de lo que sucede. Sufro y no decaigo, me veo sufrir (Pániker).
[Emerge la cultura de lo gratis]. La compañía obtiene beneficios no a través de la venta del objeto principal, sino indirectamente, secretamente, a través del mundo de la información. El principal ingreso que la empresa obtiene no se lo procura la venta de un artículo sino la huella personal que ha dejado el consumidor al tomar la mercancía en sus manos, tal como se produce constantemente en las compras de Internet. [Así] se hallan en condiciones de elaborar listados con perfiles detallados de sus clientes (...). Con ello, el mercado inaugura la permuta de mercancías por partículas de privacidad, objetos por sujetos.
Las guerras -como la crisis- estallan por una chispa, sea el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo o las hipotecas subprime, pero algo va anunciando que la gran explosión se halla cerca y será inevitable de un momento a otro, tal como el desorbitado precio de los pisos o los corruptos campos de golf deshaciendo las huertas como plagas hacían presagiar (...).
La Humanidad, que con Homero había sido objeto de contemplación para los dioses olímpicos, ha venido a ser la noticia bomba para ella misma. Su alienación, del sí misma para sí misma, ha alcanzado ese grado que la hace convertir su propia destrucción en una sensación desgraciada pero de máxima calidad teatral. Éstas son las palabras aproximadas de Walter Benjamin hace medio siglo, pero hoy, con el capitalismo revestido de millones de pantallas, la realidad se contempla a través de miles de imágenes y ya nada que importe realmente dejará de ser objeto de una autopsia espectacular (...)
"La especulación ha pasado el modo de vida: ya no hay polaridad de sexo, sino mixturas de género"
Habitábamos de este mundo un reino, donde, convalidada la verdad por la falsificación, la especulación pasaba a ser un natural modo de vida. En este juego ocurría lo mismo que con el sexo, ahora transformado en género. Con el sexo podía hablarse del modelo masculino y del modelo femenino como polos de definición, pero bajo el reino del género podían entrar todos los grados y mixturas hasta parecer de poco gusto caracteritzar a alguien como hombre/hombre o mujer/mujer. El título se crea imaginativamente sin que exista una realidad anterior. Todos seríamos fusiones, creaciones culturales, construcciones permeables, propensas a la mixtura y la transfiguración.
"Dentro de casa hay un rincón para agazaparse todavía: la pantalla del ordenador es el último alvéolo de la intimidad"
En la vastedad del mundo se asienta nuestra ciudad, y en la ciudad, entre un anonimato de construcciones, el lugar del domicilio. Dentro de cada casa hay un rincón donde agazaparse todavía, al fin de ese reducto, aparece la pantalla del ordenador, el último alvéolo de la intimidad. La intimidad que antes se confiaba a un oído elegido pasa hoy a los salones del ciberespacio (a la llamada "extimidad"), y millones de usuarios cuelgan allí sus secretos, desatan sus inhibiciones o muestran su privacidad (...). Un mundo así, tan especulativo, no lo habíamos conocido nunca y sólo lo habíamos supuesto como el posible paraje al que advendríamos después de muertos, entre la fecha de la esquela y el juicio final, en cuyo periodo las almas, desprovistas de cualquier peso, se relacionarían como cuerpos cero.
Vivimos un mundo de avatares: "La vida y la muerte forman parte del mismo juego y sólo muere el personaje, siendo yo el Testigo"
Más amabilidad, más humor, más compasión, más empartía, buenas maneras, más conocimientos y curiosidades, educación para relacionarse, para saber triunfar y fracasar, para aprender a vivir y a morir, para ser feliz sin culpa, disfrutar del placer sin remordimientos, para disfrutar del otro diferente, para vindicar un quehacer múltiple, profesional y personal. Ser personas de calidad. Y tratar de hacer de la vida un juego frente a la tabarra de hacerla trascendente. Los videojuegos precisamente, tan satanizados todavía, enseñan a tomar la vida y la muerte como parte del mismo juego: todo el posible daño de los videojuegos violentos se compensa con esta liberación del yo que muere y sólo muere el personaje, siendo yo el Testigo de lo que sucede. Sufro y no decaigo, me veo sufrir (Pániker).
Ya no nos cobran dinero, sino información personal: "El mercado inaugura la permuta de mercancías por partículas de privacidad, objetos por sujetos"
[Emerge la cultura de lo gratis]. La compañía obtiene beneficios no a través de la venta del objeto principal, sino indirectamente, secretamente, a través del mundo de la información. El principal ingreso que la empresa obtiene no se lo procura la venta de un artículo sino la huella personal que ha dejado el consumidor al tomar la mercancía en sus manos, tal como se produce constantemente en las compras de Internet. [Así] se hallan en condiciones de elaborar listados con perfiles detallados de sus clientes (...). Con ello, el mercado inaugura la permuta de mercancías por partículas de privacidad, objetos por sujetos.
Frente al "rugido" y la aventura del coche de gasolina, "los coches eléctricos representan un mundo sin sexo, remiten al hogar, la atadura y el enchufe del domicilio"
Los ilusionados conductores, sus liberaciones imaginarias, el repertorio de fantasías asociadas al arranque del coche, quedan mutilados por la crisis y la consiguiente muerte de su conspicuo motor. Ni siquiera la última feria de Detroit en enero de 2009, donde se trataba de atenuar el pesimismo de la industria con la presentación de prototipos propulsados por electricidad o de coches más "verdes", contribuyó a nada. Más bien al contrario: estos coches eléctricos, silenciosos, aquilatados, representan una suerte de mundo sin sexo.
El alma fundacional del coche (...) evocaba la fuerza y la aventura, mientras [lel mundo de los coches eléctricos] hace referencia al hogar, la atadura al enchufe del domicilio. La decadencia del automóvil, especialmente americano, es paralela a la definitiva conclusión de un mundo. El final de un mundo físico y ruidoso en beneficio de lo intangible y silencioso. El declive del petróleo y la decadencia del litio. El litio de la pila y el farmacológico: ¿cabe imaginar mayor signo de la Depresión?
El alma fundacional del coche (...) evocaba la fuerza y la aventura, mientras [lel mundo de los coches eléctricos] hace referencia al hogar, la atadura al enchufe del domicilio. La decadencia del automóvil, especialmente americano, es paralela a la definitiva conclusión de un mundo. El final de un mundo físico y ruidoso en beneficio de lo intangible y silencioso. El declive del petróleo y la decadencia del litio. El litio de la pila y el farmacológico: ¿cabe imaginar mayor signo de la Depresión?
La luz, símbolo de la especulación financiera, "se espesará y encarnará hasta convertirse en esencia dura; luz persistiendo sin espasmos ni psicosis"
Joâo Magueijo, profesor de física teórica en Imperial College de Londres, en 'Más rápido que la luz' pone en cuestión la fórmula sagrada de Einstein (e=mc al cuadrado), porque, atendiendo a nuestra cultura, ¿cómo puede aceptarse todavía uniforme y serena la velocidad de la luz? (...) Así, si la primera luz naciente fue bullicio, la luz adulta, al ir traspasando milenios, se espesaría hasta lograr las propiedades aproximadas de un sólido. la luz se hallaría, por fin, al alcance del tacto, expurgada de la liquidez de la velocidad especular o especulativa y convertida en esencia dura. Luz excelente, porque en vez de actuar desplegándose como un espectro sería luz encarnada. La luz coloreada como representación del fuego originario, tótem del Big Bang. Este bulto lumínico se constituiría, en definitiva como una nueva consolidación sustantiva. Convertida en una brasa sin humo o dios menudo, a la medida de la esperanza humana. ¿Otro mundo es posible? A lo mejor, cuando menos se lo esperaba y por donde menos se intuía, su luz ha prendido ya.VICENTE VERDÚ 'EL CAPITALISMO FUNERAL' (2009)
IMÁGENES UTILIZADAS:
1 REVISTA 'NEW YORK': EL FINANCIERO BERNARD MADOFF CONVERTIDO EN "MONSTRUO" (MARZO 2008) E IMAGEN DE LA CRISIS EN WALLSTREET (SEPTIEMBRE 2008, GETTY IMAGES)2 ICONOS DEL PROGRAMA MESSENGER
3 ESCÁNER CORPORAL EN LOS AEROPUERTOS, EXTENDIDO TRAS EL ATENTADO FALLIDO EN DETROIT (NAVIDAD DE 2009)
4 COCHE ELÉCTRICO COMPARADO CON UN FETO
5 ORO
Entre tú y yo; este libro es algo flojo, llenos de tópicos, la misma idea un millón de veces, ... todo lo contrario que "El estilo del mundo" del mismo autor que tienes comentado en mi blog.
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