por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 5,5
John Washington (Mark Strong) es un psicólogo muy especial: trabaja introduciéndose en los recuerdos de sus pacientes. Ahora le toca desentrañar el comportamiento de Anna (Taissa Farmiga), una adolescente que se niega a comer. ¿Les suena? Sí: lo que hacían los hackers de ‘Origen’ en el mundo del subconsciente lo hacen los detectives de ‘Mindscape’ en los terrenos no menos vidriosos de la memoria.
Sueño y recuerdo. Ni el uno ni el otro son entes asibles y cristalinos: hoy sabemos que la memoria cambia y agrega elementos del pasado cada vez que vuelve a él, como una formidable máquina de edición que nunca descansa. Todo lo contrario a una foto inocente. Y qué decir del sueño, ese mundo tan huidizo, a la vez abstracto y figurativo, que se desmorona con el primer bostezo de la razón.
Sin embargo, la ciencia ficción tiene una querencia especial por viajar a estos mundos como si fueran cerrados y habitables. Observables. La fantasía de meterse en los recuerdos ajenos es demasiado golosa, y demasiado contemporánea ahora que la telaraña digital parece estrechar la intimidad de los ciudadanos entre sus hilos arteros.
A esa fantasía se lanzan de cabeza el director Jorge Dorado y el productor Jaume Collet-Serra, echándole mucha pimienta hollywoodiense y ese toque Orfanato que de un tiempo a esta parte sazona todos los thrillers de factura catalana: look aséptico e internacional, colores grisáceos, mucho niño/a dando yuyu, banda sonora cañera-hitchcockiana y guiones más alambicados que interesantes.
'Mindscape' se conforma siendo un grandes-éxitos del género, un guiño constante a títulos perfectamente reconocibles del thriller de terror ('El sexto sentido', 'El silencio de los corderos', 'El exorcista') o de la ciencia ficción futurista y psicológica ('Minority Report', la ya mencionada 'Origen'). La relación entre John y Anna incluso da para excursiones algo gratuitas al mundo Lolita e incluso para un tratamiento de la pedofilia molesto y superficial.
Hay pocas sorpresas en este viaje videoclipero a la mente, aunque sí muchos giros como manda la casa (y no todos muy comprensibles). Un consejo: pese a todo, no dejen de ver los cinco primeros minutos. Disfrutarán de una sensacional inmersión sin palabras. Una bañera llena de recuerdos. La película que podía haber sido. ¿Podríamos tomar aquel proverbio árabe y pedir a los directores: "si lo que vas a rodar no es más bello que tu prólogo, mejor no lo ruedes"?
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