dilluns, 3 de març del 2014

'La Venus de las pieles': el divertimento de lujo de Roman Polanski


por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7,5

...y Polanski hizo lo que le dio la gana. Así podríamos definir la última película del director polaco, y no sólo porque venga protagonizada por su esposa (una desenvuelta Emmanuelle Seigner) sino porque el autor de 'El pianista' parece burlarse a placer de cualquier concesión y convención. Como Umbral, ha venido a hablar de su cine.

Para empezar, toda la película está rodada en un teatro. Pongamos que el teatro ni siquiera tiene público y que, además, el texto es una gran disertación sobre el sadomasoquismos sin ir más allá de dos personajes. ¿Ya le han dado stop? No lo hagan. Los maestros son los únicos que pueden convertir en oro sus neuras de bajo presupuesto.

Polanski, que no está precisamente libre de sospechas sobre su vida sexual, consigue que este pequeño y raro artefacto sea una exploración gozosa y casi hilarante sobre la dominación erótica que enfrenta a hombre y  mujer desde tiempos inmemoriales. Él: un dramaturgo feo y bajito, perdido en su crisis de inspiración. Ella: una mujer de la calle, atractiva pero vulgar. Una actriz de pacotilla que llega tarde al casting y que, sin embargo, parece saber mucho más de lo que dice su dicción de chicle. 

Polanski saca todo el partido posible a este encontronazo de personalidades, primero cómico, luego sexual, y siempre literario. Aprovechando el telón de fondo que le brinda el padre artístico del masoquismo, el escritor austriaco Leopold con Sacher-Masoch (1870), el director nos propone un juego ingenioso entre realidad y ficción, una guerra de sexos que (casi) nunca aburre y de la que salen abundantes chispas y alguna quemazón. Hechizante, libérrima, segura de sí misma, la película se beneficia de dos actores sin ningún reparo para meterse en camisas de once varas.

Plagado de ironía, demostrando que no necesita esta película pero que la hace porque le apetece, el labrador de 'La semilla del diablo' no duda en autorretratarse en ese plumilla narcisista y pusilánime (para que nadie lo dude, el actor Mathieu Amalric es casi su clon físico) frente a esa mujer repleta de carácter, una diosa disfrazada de cuarentona dicharachera capaz de poner patas arriba su menudo microcosmos.

Frente al hombre creador, la musa-arpía... ¿Tufo misógino? Ya estamos haciendo lo que tanto detesta Polanski y su alter ego: buscar en el arte cosas que son del César. Él sólo pretende pasárselo bien confundiendo el escenario con las bambalinas, o viceversa.


‘LA VENUS DE LAS PIELES', DE ROMAN POLANSKI
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