por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 7
Los que estábamos rendidos a los pies de Philip Seymour Hoffman asistimos a sus últimas películas con una mezcla de cabreo y tristeza. Sabemos que son las últimas veces que lo veremos en acción. Dicen por ahí que van a recrear su imagen digitalmente para la última entrega de ‘Los Juegos del Hambre’, pero estas operaciones necrovirtuales no hacen sino aumentar la sensación de estafa, con todos los respetos para los que se emocionaron con el fantasma holográfico de Michael Jackson.
Philip no está, y esa sombra imborrable planea sobre todo lo que vamos a visionar de aquí al 2015, la fecha en la que está previsto su extraño epílogo pixelado. Mientras tanto, sin habernos reconciliado del todo con él, sin perdonarle egoístamente el haber desaparecido, toca saborear sus grandes papeles en grandes películas –‘El último concierto’– y también sus grandes papeles en películas más pequeñas, como la que hoy nos ocupa. ‘El hombre más buscado’, basada en la novela homónima de John le Carré, nos sitúa en la psicosis antiterrorista post-11-S, atmósfera de corrupción moral que le viene como anillo al dedo a PSH y su galería de personajes turbios. Esta vez interpreta al jefe de una unidad de inteligencia de Hamburgo cuyo último empecinamiento es seguir los pasos de un joven checheno en busca de asilo político.
¿Inmigrante oprimido o potencial terrorista? La ambigüedad del tal Issa Karpov, medio ruso, medio islamista, es una acertada referencia a las identidades contemporáneas, con sus solapamientos y radicalizaciones, pero sobre todo a los miedos sin rostro de Occidente. El miedo al Otro, generador de paranoias. Muy reveladora la breve escena en la que el checheno se afeita la barba: por fin vemos a la persona que se ocultaba tras la máscara y sólo entonces le consideramos un ser humano en nuestro código inconsciente.
La puesta en escena, aun contando con reclamos tan potentes como Willem Dafoe -banquero de modos barrocos-, no es especialmente extraordinaria, pero nos mantiene pegados a la butaca explotando el filón del suspense sobre la identidad del misterioso visitante. Atención, puro suspense, sin un solo tiro, más allá de los accesos agresivos del protagonista, espléndido en su cara a cara con la joven abogada (esto es la vida real, has cruzado la línea y ahora estás con ellos), o el interesante conflicto soterrado entre Europa y Estados Unidos. La película respira la dureza y la realpolitik de la guerra fría de los 2000 sobre todo gracias a las dotes del gran PSH y su habilidad para resolver escenas con muecas que no están en el manual. De esas que no podrá reproducir ningún ordenador.
‘EL HOMBRE MÁS BUSCADO’, DE ANTON CORBIJN
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