por JOAN PAU INAREJOS
Nota: 6
El 90% de la animación actual idolatra la verborrea seudograciosa, el movimiento frenético y la estética del videojuego, y en cambio menosprecia lo más esencial y elemental del género: un muñeco moviéndose. Las correrías de Tom y Jerry, las muecas de Wall-E, los desmontajes del Señor Patata de ‘Toy Story’ o las monerías perrunas del dragón Desdentadose cuentan entre los mejores instantes del género precisamente porque rinden homenaje al gesto puro, al showing frente al telling (mostrar y no explicar).
‘Big Hero 6’ es un ejemplo palmario de esta crisis de ansiedad que sufre la industria. ¿Quién no se llevaría a casa a este androide inflable que parece un cruce de un muñeco de nieve y el monigote de Michelin? El robot sanitario Baymax se podría adueñar él solito de la función, con sus andares torpes, su anatomía transparente y su inexpresividad tan paradójicamente encantadora. Sin embargo, la película rápidamente se olvida de él para meternos en una trillada batalla de gadgets y acrobacias.
Es una pena, una auténtica pena, que los animadores no se fíen de sus propias creaciones, que no dejen a sus criaturas moverse en libertad. Porque no está pagado ver al gordezuelo Baymax taponando con celo sus fugas de aire, volver a casa sin batería como un borracho o consolar a su dueño con un mecánico "Ea, ea". Esta mascota achuchable nos brinda además una metáfora certera de una humanidad alienada y urbanita que externaliza la ternura y programa las emociones. Los japoneses, creadores de los tamagotchis o Doraemon, saben mucho de esto. No en vano la historia lanza guiños constantes al país del sol naciente y se ambienta en San Fransokyo.
La primera creación fruto de la fusión de los universos Disney-Marvel tiene méritos incuestionables, y a veces recuerda la maravilla de 'El gigante de hierro'. En la onda de las películas post-Pixar, no se puede negar la originalidad del guion ni el poso dramático de la historia, aquí quizá incluso exagerado (hemos pasado de los mundos de color de rosa a hablar una y otra vez de la muerte y las familias desestructuradas). Otra vez se empeñan en convencernos que los malos no son tan malos y que el mundo puede ser de los empollones -y hasta de los frikis-. Pero no hay peor defecto que desperdiciar un gran personaje.
‘BIG HERO 6’, DE CHRIS WILLIAMS I DON HALL
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