diumenge, 14 d’agost del 2005

Mondrian en Ikea





















Los emblemas de la revolución sirven para redecorar las vidas de treintañeros urbanitas.



La cultura de masas ha dejado huella en el arte: ahí está el Pop Art con todos sus objetos irónicos. Pero hoy por ti y mañana por mí: el diseño y la publicidad han absorbido a su turno las estéticas vanguardistas. Sin duda, Mondrian quiso decir algo muy profundo con sus retículas de colores planos: lo digo sin sorna. La abstracción geométrica aspiraba a la pureza, a la universalidad, a la construcción de un espacio autónomo. El pintor holandés quería llegar a lo esencial de la pintura mediante líneas rectas y colores primarios.

Pero sus composiciones se han llevado al estampado de camisetas, al diseño de tubos de gomina, o quizá a las cortinas de una habitación estilo Ikea. Los emblemas de la revolución se convierten en chucherías para el consumo, sirven para redecorar las vidas de treintañeros urbanitas. Las vanguardias han entrado en nuestra casa al precio de perder el alma. Y a riesgo de aliarme con el mercado y el capitalismo, me pregunto si las cortinas de Ikea no serán el triunfo involuntario de Mondrian. Al fin y al cabo el alma del arte es mortal, pero sus colores perduran.



JOAN PAU INAREJOS, octubre 2004

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