SLAVOJ ZIZEK
Más que evocar a un viejo pobre, estas imágenes desubliman el monstruo demoníaco creado por la misma propaganda
La iconografía de la detención de Sadam Husein en diciembre de 2003 estuvo por supuesto bien escogida: imágenes repetidas sin fin de su examen médico, con el médico inspeccionando su pelo (¿buscando piojos?) y mirando en su boca (sin duda buscando armas de destrucción masiva). Más que evocar la imagen de un viejo pobre y sin hogar, estas imágenes recuerdan a los nazis inspeccionando a un judío en su incursión a un gueto.
Aunque la intención de esta operación estaba clara ("desublimar" la imagen de Sadam, presentándole como mera chusma miserable), no debemos olvidar que fue precisamente la propaganda norteamericana quien creó lo que ahora estaba desublimando: el demoníaco Sadam como la grandiosa encarnación del Mal; fue la propaganda norteamericana lo que elevó a Sadam, ese miserable matón de barrio, hasta hacer de él una monstruosa y sublime representación del Mal. De nuevo, el paralelismo con la representación nazi del judío es pertinente: en ambos casos, la misma figura oscila entre monstruo demoníacoy chusma impotente. Una vez que se le revela, el terrible monstruo todopoderoso se convierte en una mancha que espera desaparecer.
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