SLAVOW ZIZEK
"Cuando un sueño de mil años se acerca finalmente a su cumplimiento, sólo puede convertirse en una pesadilla"
Si hubo alguna vez un apego apasionado hacia un objeto perdido, una negación a aceptar su pérdida, es el apego judío hacia su tierra y Jerusalén, el "[Nos vemos] el año que viene en Jerusalén". Y, ¿no son los problemas actuales la prueba suprema de las consecuencias catastróficas de tal fidelidad radical cuando se toma al pie de la letra? Durante los últimos dos mil años, cuando los judíos eran fundamentalmente un pueblo sin territorio, viviendo permanentemente en el exilio, sin raíces firmes en sus lugares de residencia, su referencia a Jerusalén era fundamentalmente puramente negativa, una prohibición de "pintar una imagen del hogar", de sentirse en casa en ningún lugar del mundo. Sin embargo, con el proceso de regresar a Palestina, que comenzó hace un siglo, el Otro Lugar metafísico quedó directamente identificado con un lugar determinado de la tierra. Cuando los judíos perdieron su tierra y la elevaron hasta convertirla en el mítico objeto perdido, "Jerusalén se convirtió en mucho más que un trozo de tierra: se convirtió en la metáfora de la llegada del Mesías, de un hogar metafísico, del vagar que caracteriza la existencia humana. El mecanismo es bien conocido: después de que se ha perdido un objeto, se convierte en un símbolo de mucho más, de todo lo que perdemos en nuestra vida terrenal. Cuando un sueño de mil años se acerca finalmente a su cumplimiento, ese cumplimiento sólo puede convertirse en una pesdilla.
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