dijous, 1 de febrer del 2007

El surrealismo o "la restauración de lo sagrado"

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

La verdadera destrucción del lenguaje, que el surrealismo ha deseado con tanta obstinación, no reside en la incoherencia o el automatismo. Reside en la consigna. Aragon empezó en vano con una denuncia de la “deshonrosa actitud pragmática”, en ella ha acabado por encontrar la liberación total de la moral, aunque esta liberación haya coincidido con otra esclavitud.

Aquel de los surrealistas que pensaba más profundamente entonces en este problema, Pierre Naville, buscando el denominador común a la acción revolucionaria y a la acción surrealista, lo localizaba, con profundidad, en el pesimismo, o sea en “el proyecto de acompañar al hombre a su pérdida y de no descuidar nada para que esta perdición sea útil”. Esta mezcla de agustinismo y maquiavelismo define, en efecto, la revolución del siglo XX; no se puede dar expresión más audaz al nihilismo del tiempo (…).

“Los surrealistas eran más diferentes de Marx que de los reaccionarios”

Si André Breton y algunos más rompieron finalmente con el marxismo, fue porque había en ellos algo más que el nihilismo, una segunda fidelidad a lo más puro que había en los orígenes de la rebeldía: no querían morir (…).

Lo maravilloso ocupa en Breton el lugar que ocupa lo racional en Hegel. No cabe imaginar, pues, oposición más completa al marxismo (…). Los surrealistas eran más diferentes de Marx que reaccionarios como Joseph de Maestre, por ejemplo. Éstos utilizan la tragedia de la existencia para rechazar la revolución, o sea para mantener una situación histórica (…). La ruptura definitiva se explica finalmente si se piensa que el marxismo pedía la sumisión de lo irracional, mientras que los surrealistas se habían levantado para defender lo irracional hasta la muerte. El marxismo tendía a la conquista de la totalidad y el surrealismo, como toda experiencia espiritual, a la unidad (…).

“Es conocida la solución surrealista: la irracionalidad concreta, el azar objetivo”

Breton demostró que el surrealismo no era acción, sino ascesis y experiencia espiritual. Puso de nuevo en primer plano lo que constituía la originalidad profunda de su movimiento, aquello por lo cual resulta tan valioso para una reflexión sobre la rebeldía: la restauración de lo sagrado y la conquista de la unidad. Cuanto más ahondó en esta originalidad, más irremediablemente se separó de sus compañeros políticos (…).

André Breton no cambió, en efecto, nunca en su reivindicación de lo superreal, fusión del sueño y la realidad, sublimación de la vieja contradicción entre lo ideal y lo real. Es conocida la solución surrealista: la irracionalidad concreta, el azar objetivo. La poesía es una conquista y la única posible, del “punto supremo” (…). ¿Qué es, pues, este punto supremo que debe marcar “el aborto colosal” del sistema hegeliano? Es la búsqueda de la cumbre-abismo, familiar a los místicos. En realidad se trata de un misticismo sin Dios que aplaca e ilustra la sed de absoluto del rebelde (…).

“El surrealismo hace retornar la Grecia de la sombra, la de los misterios y de los dioses negros”

El pensamiento de Breton ofrece además el curioso espectáculo de un pensamiento occidental en que el principio de analogía es favorecido incesantemente en detrimento de los principios de identidad y de contradicción. Precisamente, se trata de fundir las contradicciones bajo el fuego del deseo y del amor, y de hacer desplomarse los muros de la muerte. La magia, las civilizaciones primitivas o cándidas, la alquimia, la retórica de las flores de fuego o de las noches blancas, son otras tantas etapas maravillosas en el camino de la unidad y de la piedra filosofal.

El surrealismo, si no ha cambiado el mundo, lo ha provisto de algunos mitos extraños que justifican en parte a Nietzsche cuando anunciaba el retorno de los griegos. En parte sólo, pues se trata de la Grecia de la sombra, la de los misterios y de los dioses negros. Finalmente, como la experiencia de Nietzsche se coronaba en la aceptación del mediodía, la del surrealismo culmina con la exaltación de la medianoche, el culto obstinado y angustiado de la tormenta.

ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)

3 comentaris:

  1. Anda pau, recupérate yaaaaaaaaaaa!!!

    Que si no la tanquete se va a enfadar contigo!!!

    Uala, t imaginas q se descubriera, así, en público, "en blog", quién es la tanquete? Vaya escándalo mayúsculo, eh???

    Bueno, va, q se me va. Si en este finde t da tiempo a estar saludable, avisa. Y si no, ya sabes:

    Resignación y medicamentos.

    Adeu!

    ResponElimina
  2. Ala, por cierto, q disimuladamente has linkado las fotos de tu blog con el otro blog, el de inarellfotos.

    Están muy bien, eh?? Es un recull muy acertado.

    Fíjate, cuánto recuerdo junto en fotos...

    ResponElimina
  3. El texto en cuestión, ¿qué os parece?

    JP

    ResponElimina