Durante los siglos XVII y XVIII, durante la época de la ‘seguridad’ y la ‘fe en la razón’, era imposible una actitud auténticamente luterana. Pero a finales del siglo XVIII empieza a perderse confianza en la razón, empieza a no satisfacer el esquema de la ‘machyna mundi’. Es la época del prerromanticismo, de Rousseau, del ‘Sturm und Drang’. Y pronto sobreviene la segunda gran ‘crisis europea’: la Revolución. Otra vez será posible el luteranismo.
“¿Cómo no relacionar la doctrina luterana de la pecaminosidad radical con la kantiana del mal radical?”
Kant fue acaso, pese a su lastre racionalista, el primer protestante genuino desde Lutero; el pensador cuyo designio central era, según su confesión, limitar el saber para dar lugar a la fe. Con razón es considerado como el filósofo protestante por antonomasia. Su “destrucción” de la metafísica aportó, ¡por fin!, un serio fundamento a la irracionalista concepción luterana, como la filosofía de la existencia será una secularización de la filosofía de Kierkegaard.
A la negación luterana de la ‘teología natural’ corresponde la negación kantiana de la metafísica. A la paradoja de “los mandamientos imposibles de guardar” corresponde la de un “imperativo moral”, que exige de los seres humanos, sometidos a la férrea ley de la causalidad natural, lo que éstos no pueden cumplir. Y así, como Lutero afirmaba, a la vez, el ‘servo arbitrio’ y la ‘libertad del cristiano’, Kant afirmará, simultáneamente, la causalidad natural y la libertad.
“A la salvación religiosa de Lutero por ‘la sola fe’ corresponde la salvación moral de Kant por ‘la buena voluntad’ sola”
La contradicción kantiana entre la ‘Crítica de la razón pura y la Crítica de la razón práctica’ es una racionalización de la antítesis luterana entre la ‘Kreuztheologie’ y la ‘Trosttheologie’. A la repulsa de la caridad (las “buenas obras”) corresponde la lucha de Kant, en nombre del “deber”, contra el valor de lo hecho “por inclinación”, “por amor”. ¿Y cómo no relacionar la doctrina luterana de la pecaminosidad radical con la kantiana del “mal radical”? En fin, a la salvación religiosa por ‘la sola fe’ corresponde la salvación moral por ‘la buena voluntad’ sola.
Observemos que después de Kant y de algunos contemporáneos suyos –Hamman y Jacobi sobre todo- no vuelve a haber verdadero luteranismo hasta Kierkegaard. Todo lo demás, llámese Schleiermacher, teología liberal o idealismo alemán, etc, en cuanto incurso en el racionalismo, sentimentalismo, misticismo o tiranismo, en definitiva, desconocimiento de la ‘distancia’ entre Dios y el hombre, es antiluterana.
“El sentimiento religioso de Kierkegaard es afín al de Lutero. Dios es el ‘totalmente Otro’”
Sören Kierkegaard ha sido el más grande teólogo luterano y el hombre de temple más luterano que ha existido nunca (…). Kierkegaard se encuentra también, como Lutero, con una ‘ruptura de la tradición’ inmediata –ateísmo de Feuerbach, que explica psicológicamente la génesis de la religión, y fracaso de la filosofía idealista- y con una ‘situación’ real de aburguesamiento religioso y de ‘crisis’ social que empieza a entreverse (…).
Kierkegaard está separado de Lutero por una cruel deficiencia de vitalidad. A éste le rebosaba el espíritu vital. Aquel tenía, ni más ni menos, que con la cuantía de vida necesaria para consumirse, como un cirio ardiente, al acabar de proferir la última palabra decisiva contra la cristiandad. Lutero tuvo fuerzas sobradas para arrastrar a una nación entera tras de sí. Kierkegaard, a duras penas logra la ‘decisión’ que tanto predicara y que tantos esfuerzos le costó. Pero la actitud revolucionaria les es común. Ambos rompen con la ‘religión tradicional’: Lutero, con el catolicismo; Kierkegaard, con el cristianismo oficial de su país.
El sentimiento religioso de Kierkegaard es afín al de Lutero. Dios es el “totalmente Otro”, el Supraser, separado del hombre por una ‘distancia’ infinita e infranqueable, el “enemigo mortal” del género humano.
La disposición de ánimo que requiere tal Dios es el “temor y temblor”, palabras paulinas con que Kierkegaard rotuló uno de sus libros más importantes; a la vista del servidor de Dios, del hombre religioso, del implacable sacrificador Abraham, nos sobrecoge un escalofrío de ‘horror religiosus’ (…).
“Los herejes protestantes tenían ante los ojos la odiada Escolástica. Kierkegaard piensa como ellos, pero su adversario es ahora la Dialéctica hegeliana”
La senda angosta de la elección divina, el camino de la fe, pasa ‘necesariamente’, según Kierkegaard, igual que según Lutero, por la angustia y la desesperación. También aquí, como en Pascal, la existencia es el frágil puente tendido entre la nada y Dios (…).
Kierkegaard opone al “pensamiento especulativo” el “pensamiento existencial”. El animal tiene “vida”. El hombre digno de este nombre ‘es’ “existencia”. “Existencia” es una peculiar actitud del hombre para consigo mismo que envuelve en sí las de ‘seriedad’, ‘elección’ o ‘decisión’, ‘repetición’, ‘preocupación’ y ‘sinceridad’.
El desprecio por la especulación, por la metafísica, es común a los reformadores. Lutero detestaba cordialmente a Aristóteles, no quería ni oír hablar de metafísica, y aun de la teología misma no le importaba más que lo pertinente a su salvación, la Soteriología. Y Melanchton llegó a afirmar, con criterio cerradamente utilitario, que ‘hoc est Christum cognoscere, beneficia ejes cognoscere’. Al escribir así, los dos herejes tenían ante los ojos la odiada Escolástica. Kierkegaard piensa como ellos, pero su adversario es ahora el idealismo especulativo, la Dialéctica hegeliana.
Asi que los españoles piensan en pleno siglo XXI que los herejes son los protestantes...
ResponEliminaA ver si un dia (uso vuestra expresión tan alambicada) os dáis cuenta -oh españoles sagrados y puros- que tenéis la cabeza cuadradita como un tarugo y que no dejáis de añorar la presencia y la acción de Torquemada para cuanto demonio se les cruce por vuestro teocrático camino...
Salud desde las Indias