La rebeldía (…) es fabricante de universos. Esto define también el arte. La exigencia de la rebeldía, a decir verdad, es también una exigencia estética.
“Las murallas en Lucrecio, los conventos de Sade, las cimas de Nietzsche, los castillos en los surrealistas…”
Todos los pensamientos en rebeldía, lo hemos visto, se ilustran en una retórica o un universo cerrado. La retórica de las murallas en Lucrecio, los conventos y los castillos herméticos de Sade, la isla o el peñasco romántico, las cimas solitarias de Nietzsche, el océano elemental de Lautréamont, los parapetos de Rimbaud, los castillos horrorosos que renacen, azotados por una tormenta de flores, en los surrealistas, la prisión, la nación parapetada, el campo de concentración, el imperio de los libres esclavos, ilustran a su manera la misma necesidad de coherencia y de unidad. Sobre estos mundos cerrados el hombre puede reinar y conocer por fin.
ALBERT CAMUS, ‘EL HOMBRE REBELDE’ (1951)
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